Casi una decena de islas de plástico enormes flotan en nuestros océanos. No han aparecido por combustión espontanea, sino que los millones de toneladas de plásticos de los que nos deshacemos sin miramientos dejan su poso y se acumulan en nuestros mares, como recuerdan desde la organización Greenpeace.
Por poner en contexto: según la asociación ecologista, se necesitan 91 millones de litros de petróleo para producir 1.000 millones de botellas de plástico; más del 4% de la producción de petróleo en el mundo se destina a la producción de plásticos. En los últimos 40 años se ha producido más basura que durante toda la Historia hasta 1970. Por eso, reciclar es más importante que nunca.
El papel reciclado se puede producir con todo tipo de residuos, desde cartones de huevos hasta folios pintarrajeados. El vidrio que arrojamos al contenedor puede volver a convertirse en la botella que nosotros nos hemos tomado, mientras que el plástico reciclado es de gran utilidad en la fabricación de tuberías, ropa o joyas. Sus usos son múltiples, y cada día se descubren más.
El cartón y el papel son dos de los residuos que más se prestan a jugar con ellos, aunque no sea necesaria. La imaginación sobre cuando el papel es la materia fundamental para el papel higiénico, las hueveras o los clínex: la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (Aspapel) afirma que la fibra de celulosa que se obtiene al reciclar papel puede ser usada hasta seis veces.
Pero en cuanto a objetos curiosos, hay algunos ejemplos muy buenos. Ahora que las pajitas de plástico no se producen, se pueden generar unas de cartón para nuestras bebidas a partir de estos residuos. E incluso si vamos a algo un poco más práctico, también podemos hacer ladrillos. Así lo asegura un grupo de investigadores de la Universidad de Jaén, que desarrolló hace unos años una forma de fabricarlos a partir de la celulosa “procedente del papel reciclado y la arcilla”, tal y como se hace eco el portal Valladolid recicla. ¿Las ventajas? Su reducido precio y su capacidad aislante, que parece ser mayor que la de un ladrillo de toda la vida. Eso sin olvidar el impacto medioambiental.
Aprender a reciclar es fundamental para no acabar con los recursos naturales y, por consiguiente, con nuestro planeta. Por eso, hay que apostar por alternativas, como los vasos de cartón que sustituyen a los de plástico en numerosas cafeterías. Aunque, si hablamos de innovaciones, conviene reconocer el trabajo de los editores del periódico japonés Mainichi Shimbun, uno de los más importantes del país nipón. En su tirada diaria usan papel reciclado y tinta vegetal con semillas, que se puede plantar después. En Japón, el periódico sirve para mucho más que envolver el pescado del día.
Este tipo de iniciativas son tan curiosas como necesarias. El consumo de plástico es muy grande y acaba en vertederos o espacios naturales, en muchos casos por no reciclarlo o volverlo a utilizar. ¿Y en qué podemos invertir ese plástico usado? Hay tantas opciones como gustos. Una de las más reconocidas últimamente es el uso de botellas de plástico para hacer prendas de ropa, y muchas marcas se dedican exclusivamente a eso. Ecoalf, Hopaal o RubyMoon son tan solo algunas de ellas.
También la industria del automóvil ha encontrado formas de aprovechar el plástico reciclado. Gracias a la ligereza y la durabilidad que caracterizan este material, han podido crear piezas aislantes para los coches. Por ejemplo, Ford presume de que cada uno de los automóviles que fabrica de unos años a esta parte lleve una media de 250 botellas recicladas, incorporadas en sus piezas. Paracoches, planchas de aislamiento bajo el capó, revestimientos de maleteros… todo son opciones a tener en cuenta.
Pero para ello debemos aprender a reciclar y entender las repercusiones ambientales, económicos y para la salud que puede esto puede traer. Los residuos son objetos de valor.