Muchos perros muerden la cuerda al pasear. Basta una breve vuelta alrededor de nuestra casa para comprobar que este comportamiento es más habitual en cachorros, pero se da en canes de todas las edades. Con sus patitas, agarran la cuerda que les sujeta y le hincan los dientes, Nos parece tan normal que, de hecho, nos hemos acostumbrado a ellos.
Pero, ¿por qué lo hacen? Y, sobre todo, ¿tiene solución? Porque, si bien es cierto que los perros tienden a meterse todo lo que encuentran en la boca, la cuerda no está precisamente limpia como para que la ande chupando. Además, cuanto más las muerde. Vaya, que si deja ese comportamiento tan bobo atrás, os irá mucho mejor a los dos.
Si estás interesado en saber por qué tu perro muerde la correa y quieres ponerle solución, sigue leyendo: en Yasss te contamos cómo acabar con esta tradición de mordiscos y cuerdas destrozadas.
Morder la correa es un comportamiento muy habitual en cachorros y perros recién rescatados, sobre todo cuando se están acostumbrando a usar este dispositivo, aunque tampoco los canes más inquietos llevan lo de estar atados demasiado bien. Sea como sea tu perro, los motivos más habituales para que hinque el diente en la cuerda son:
Hay muchas otras posibles razones: que no le guste la correa, que le estén creciendo los dientes y la muerda para paliar su dolor, que se aburra… si no tienes explicación para su caso, siempre puedes pedir ayuda a vuestro veterinario o a un adiestrador profesional.
Este comportamiento es peligroso para su salud: puede tragarse un trozo y ahogarse o soltarse de la cuerda y cruzar una calle abarrotada de coches, entre otras. Por eso, cuanto antes consigas que lo abandone, mejor os irá a los dos.
El primer paso es evitar que tu cachorro muerda la correa, pero el proceso debe ser amistoso. Evita echarle la bronca o amenazarle, para que no te vea como un enemigo, y en un sitio seguro, como la casa, coge la correa para que la vea, pero no pueda jugar con ella, y dale una alternativa. Puedes usar un juguete parecido o no: lo importante es que entienda que la correa no es para divertirse. Si lo consigue, prémiale con caricias, golosinas o con un rato juntos. Poco a poco, el perro dejará de asociar la correa a los juegos.
Simultáneamente, enrique su ambiente para que el can no se aburra. Además, recuerda sacarle a pasear (algunos perros necesitan pasar más tiempo fuera de casa que otros) y hacer ejercicio con él a menudo. Si puedes, pasa algún que otro rato a diario con tu mascota, para que no te eche de menos y no acabe llamando tu atención de maneras catastróficas.
Si nada de esto funciona o si tu perro se vuelve agresivo cuando tratas de tocar la correa, lo mejor será llevarle a un veterinario etólogo para que evalúe su caso y os de una solución profesional. Seguro que, en poco tiempo, el problema desaparece.