Hace tres años, el pánico se apoderó de la ciudad de Bilbao. Los participantes de una prueba de triatlón se contagiaron de leptospirosis, una enfermedad producida por una bacteria presente habitualmente en la orina de animales salvajes, como las ratas, y de algunas mascotas. De los reyes de las alcantarillas es de donde se cree que partió este brote, que llevó a decenas de personas sanas a Urgencias, convencidas de que se habían infectado.
Lo cierto es que no es una enfermedad muy común, pero la prevención, sobre todo si tenemos animales domésticos en casa, es fundamental. En Yasss te contamos un poco más sobre esta infección.
La leptospirosis o enfermedad de Weil es una enfermedad infecciosa que se adquiere al estar en contacto con animales infectados o el agua y la tierra ensuciada por ellos. Es muy poco frecuente en España, y por eso cunde tan rápido el pánico cuando se da un brote: muchas veces no sabemos de dónde viene ni cuáles son sus síntomas. El ejemplo está en ese triatlón del que hablábamos antes, después del cual decenas de personas que no habían nadado en el agua contaminada acudieron al Hospital. El presidente de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao, Ricardo Franco Vicario, tuvo que salir a aclarar que solo el 5% de los casos de leptospirosis terminaba siendo grave, mientras que el 15% de los infectados son asintomáticos.
Desde el Ministerio de Sanidad argentino explican que “la leptospirosis es una zoonosis de amplia distribución geográfica que aparece en forma aislada o en brotes epidémicos estacionales Constituye un problema emergente de salud pública, al afectar tanto la salud del hombre y los animales como la economía”. Las especies más involucradas son los roedores, los animales domésticos (sobre todo el perro), las vacas y las ovejas.
Aunque estos brotes pueden darse a lo largo de todo el año, suelen aparecer después de desastres naturales, como inundaciones, y su incidencia aumenta con el aumento de las lluvias y de la temperatura.
En los animales, los síntomas son de lo más variado. En el caso de los perros, que pueden estar en contacto con agua o tierra contaminadas por este organismo y contagiarse sin que te des cuenta, pueden ser agudos o crónicos: los primeros suelen ser vasculitis, fallo renal o necrosis hepática. En el segundo caso, puede aparecer fiebre, vómitos o hepatitis. Si observas ese tipo de respuestas en tu perro, lo mejor es llevarlo al veterinario cuanto antes: si el animal es tratado a tiempo, el cuadro puede resolverse sin problemas.
Si tu perro tiene la enfermedad, hay riesgo de que te infectes, aunque es reducido. Si observas síntomas en tu perro, llévale al veterinario y ten cuidado al manipular su orina: lávate las manos siempre que puedas y, hasta que desaparezca su infección, evita que se acerque a zonas en las que pueda contagiar a otras personas, como fuentes, parques infantiles o platas.
En el caso de los humanos, la historia es diferente. Es una enfermedad que, por los trabajos que ejercen, se considera laboral cuando afecta a granjeros, veterinarios o trabajadores de servicios de aguas residuales, entre otras. Por norma general, se contagia a través de la orina de animales infectados, pero no de persona a persona.
Los síntomas son parecidos a los de los perros: fiebre, dolor de cabeza, escalofríos, anemia, erupciones y vómitos… dependiendo del caso, así será el cuadro y su tratamiento, aunque puede llegar a la hospitalización.
La leptospirosis tiene un periodo de incubación de diez días y se diagnostica mediante análisis de sangre. Normalmente, con tratamientos como la penicilina, la estreptomicina o la eritromicina, se cura, pero, si no recibe tratamiento, el paciente puede llegar a sufrir daño renal.
Si crees que te has contagiado, acude a tu centro médico y sal de dudas. Mientras tanto, toma precauciones: lávate las manos habitualmente, desinfecta bien todo lo que uses y no hagas nada que no dejarías que hiciese tu perro.