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Del siglo XVIII hasta nuestros días: así fueron los primeros perros guía de la Historia

  • Los perros guía mejoran a vida de las personas invidentes, y aprenden a serlo desde que son cachorros. En España, se licencian muchos menos de los que son necesarios.

  • Los primeros adiestramientos caninos datan del siglo XVIII, pero el primer perro oficial se adiestró en Suiza para un joven estadounidense, Morris Frank. La guía, una pastora alemana, se llamó Buddy.

Silenciosos, grandes, peludos y muy útiles, los perros guía son el mejor amigo de una persona invidente. Como animales de compañía, han sido adiestrados para guiar a las personas con deficiencias visuales por la calle; es por eso que no son meras mascotas, sino un medio para que sus cuidadores puedan llevar una vida más cómoda y sencilla.

Pero, ¿desde cuándo se lleva adiestrando a perros como guías de personas invidentes? Para ponernos en contexto, tenemos que remontarnos a la Austria de 1827, desde donde Leopold Chimani escribió un libro que contaba la historia de Joseph Resinguer, un joven nacido a finales del siglo XVIII e invidente desde los 17 años, que consiguió adiestrar a sus tres perros para llevar una vida más funcional.

Siguiendo los pasos de Resinguer, Johann Wilkelm Kleim escribió en 1819 una obra en la que explicaba técnicas de adiestramiento canino para perros-guías. Este libro quedó en el olvido muchos años, hasta que el alemán Jacob Birrer lo recuperó tres décadas después; los principios básicos de esta obra se perfeccionaron durante años, hasta que llegaron a lo que conocemos hoy en día. En Yasss te contamos cómo aparecieron los primeros perros-guía.

La historia de los contendientes alemanes

Después de la I Guerra Mundial, muchos soldados alemanes sufrían problemas de visión, lo que inspiró al Dr. Gerhard Stalling a abrir la primera escuela para perros guías del mundo. La escuela, explican en el espacio especializado perrosconhistoria, abrió sus puertas en 1916 en Oldenburg, una ciudad alemana. Y aunque comenzó como un centro experimental para ayudar a los soldados ciegos, pronto tuvo que expandirse por otras ciudades alemanas, como Potsdam o Múnich.

Los perros que se usaban en esa primera tapa eran, sobre todo, perros alemanes. No solo porque abundaban mucho y eran leales, grandes y fuertes, sino porque aprendían muy rápido todo lo que tenía que ver con los rescates y las habilidades de búsqueda. El trabajo que llevaron a cabo en Alemania fue muy importante, pero apenas tuvo repercusión internacional. No fue hasta una década después, en 1927, cuando la estadounidense Dorothy Eustis visitó las escuelas, que estos centros no salieron de las fronteras germanas.

Esta mujer trabajaba como adiestradora en la sección de perros de rescate de la Cruz Roja, y junto a su marido regentaban un criadero canino en Suiza. Por ello, fue hacia las escuelas del Doctor Stalling, para aprender sus técnicas, y después publicó un artículo para el medio estadounidense ‘The Saturday Evening Post’, en el que contó lo que había visto allí. El artículo conquistó a un joven invidente, Morris Frank, que escribió a Eustis para pedirle que ella y su esposo adiestraran un perro para él. Un año después, viajó a conocer a Buddy, un pastor alemán que se convirtió en el primer perro guía oficialmente entrenado.

Así comenzó todo

Tras este éxito, el matrimonio fundó la primera escuela de perros guía ubicada en Estados Unidos, en Nashville. Se llamó ‘The Seeing Eye’; más tarde abrieron otra en Morristown, en la que convivían bajo el mismo techo las personas invidentes y los perros adiestrados. A partir de ahí, el resto es historia. Hoy en día, las escuelas de adiestramiento canino son una realidad en multitud de países. En España, una de las más importantes es la Fundación ONCE del perro guía (FOPG), creada en España en 1990.

La FOPG licencia a unos 140 canes cada año, según explicaba en una entrevista con ABC el delegado territorial de la ONCE en Castilla y León, pero no son suficientes “para la demanda que existe”. Por eso, además de los perros adiestrados en las instalaciones de Boadilla del Monte (Madrid), desde la organización terminan pidiendo canes educados en otros países, como Estados Unidos.

El coste aproximado por cada perro, “que asume íntegramente la Fundación ONCE y para lo que no contamos con ningún tipo de subvención salvo lo recaudado por la venta de cupones”, según declaraba el delegado de la ONCE, es de 30.000 euros. Evidentemente, para las personas invidentes, los perros son muy importantes para ellos, por lo que es fundamental invertir y conocer el funcionamiento de estas escuelas.

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