El riesgo de que un perro muerda a otra persona es reducido, pero está ahí. Ya sea a uno de sus cuidadores o a un desconocido, por la calle, su mordedura produce una herida que, en más ocasiones de las que creemos, debe tratarse para evitar problemas mayores.
Ahora bien, estaremos de acuerdo en que no es lo mismo un mordisco agresivo que esa mordida con la que los perros se comunican entre sí y con sus tutores, para indicar alivio, curiosidad u otras alteraciones. Si tu perro está en el segundo grupo, no hay de qué preocuparse: todo entra dentro de los parámetros normales. Pero, si tu perro comienza a mostrar comportamientos agresivos y a morder a otras personas o perros, ten mucho cuidado.
Los perros tienen los mordiscos integrados en su lenguaje corporal, como mover la cola o tumbarse sobre su espalda. Es a sus cuidadores a los que les corresponde, con tiempo, paciencia y observación, averiguar qué quiere decir su mascota con cada movimiento, lo que incluye los mordiscos. Sin embargo, hay una serie de patrones que se repiten en casi todos los perros y pueden ayudarnos a entender porqué el nuestro se está comportando de esa forma.
La mayoría de las mordeduras de perro ocurren durante la interacción del animal con sus cuidadores o familia, que son los encargados de educar al perro. Pero también para es importante que nosotros, del otro lado, aprendamos a gestionar sus mordeduras y tratemos de evitarlas. Según el famoso entrenador de perros César Millán, hay cinco motivos por los que los perros suelen morder habitualmente.
Puede ser por la posesividad canina, es decir, porque tu perro intenta proteger algo que considera suyo, ya sea un territorio, un juguete, comida o hasta otra persona. Este comportamiento puede nacer en cualquier perro, aunque es muy habitual en las razas de guardia o pastoreo. Para minimizar este tipo de comportamiento, Millán recomienda empezar a entrenar a tu mascota temprano: “La enseñanza del comando ‘déjalo’ funciona bien en la prevención de la agresión por juguetes. La agresión por comida puede ser evitada enseñando a tu perro a esperar mientras sirves su comida. Enséñale a sentarse o acostarse, luego retira su comida y vuelve a poner el tazón en el suelo”, propone el adiestrador. “Acércate al tazón y, de vez en cuando, añade golosinas a su comida: así entenderá que no tiene porqué ser malo que alguien se acerque a su tazón”.
Otra opción es que tu perro tenga miedo. “El miedo canino se dirige hacia los extraños, como los veterinarios y los carteros, o hacia situaciones desconocidas. Jamás te acerques a un perro desconocido, y enseña a tus hijos a hacer lo mismo”, recomienda Millán. Para solucionarlo, el entrenador recuerda la importancia de que el perro, desde que es un cachorro, sea expuesto a situaciones diferentes, con distintas personas, animales y entornos. Poco a poco, el perro aprenderá a socializar y será más flexible con lo que ocurra a su alrededor.
Una tercera alternativa es que el perro sienta dolor. Esto es muy habitual en perros a los que se observa un talante agresivo del día a la mañana, sin ningún tipo de estímulo que pueda desencadenar esa respuesta. En ese caso, llévale al veterinario cuanto antes para que puedan hacerle un examen.
Según César Millán, la cuarta opción más probable es el instinto maternal. Un perro hará lo que sea para proteger a sus cachorros. “Sé atento y respetuoso con el instinto maternal alrededor de una camada recién nacida. Enseña a los niños a no acercarse a los cachorros y ten cuidado al manejarlos tú mismo. Asegúrate de que la madre y los cachorros tengan un lugar donde sentirse seguros, con las mínimas distracciones”, recomienda el adiestrador.
Por último, quizás su mordedura atienda al instinto de caza de tu perro. Hay acciones que pueden desencadenarlo, como montar en bici o correr: evita, si realizas estas actividades en la vía, que tus caminos se crucen con los de un perro. Si descubres que te sigue uno sin darte cuenta, párate frente a él, sin hacer contacto visual, y si te ataca debes acurrucarte en una bola, protegiendo tus manos, rostro y cuello.
Hay ciertas cosas que puedes hacer para evitar que tu perro muerda. Según explica Millán, la esterilización del perro ayudará a disminuir el riesgo de esos comportamientos, y hacer ejercicio a diario también reducirá sus niveles de agresividad (aunque conviene evitar juegos agresivos como la lucha o el tira y afloja, que pueden entenderse como un reto de dominancia). Además, trata de entrenar a tu perro y acostumbrarle a muchas situaciones distintas, aunque sin abrumarlo (cenas con amigos, sí, eventos multitudinarios, un poco peor).
Si, aún con todo esto, la cosa continúa o va a peor, lleva a tu perro al veterinario. Como profesional, sabrá indicarte mejor cuál es el problema de tu mascota y qué hacer para solucionarlo.