Nuestras mascotas no nos dejan ni a sol ni a sombra, y es bueno que sea así para que el vínculo con ellas sea estable y rocoso. Si le tienes un cariño inmenso a tu perro probablemente te habrás planteado la posibilidad de hacerle un hueco en tu cama (rebaja la imaginación, no estamos sugiriendo nada ilegal) y dejarle dormir a tu lado para que el amor de can nunca se acabe. El invierno se acerca, y las tardes de lluvia para pasar metido en la cama con un buen libro en compañía de tu animal. No es para menos. Nos quieren, nos veneran y siempre están dispuestos a yacer a nuestro lado. ¿Es recomendable dar este paso? ¿Debemos permitir a nuestras mascotas dormir con nosotros?

No hace mucho, una encuesta realizada a escala internacional nos reveló que muchos dueños de perros optan por dormir con sus animales. Más del 50% lo permiten.

Te contamos las desventajas y los inconvenientes de compartir cama con tu can.

Según varios veterinarios, esta decisión en sí no es mala ni buena, y tampoco tiene implicaciones más allá de optar por un tipo de educación y vínculo con tu animal, que será distinto si pasas la noche con él en agradable compañía o le ordenas que tome por asalto su área de descanso propia. La cosa estriba, sobre todo, en tus preferencias, y la relación que el animal tenga con la casa y la familia.

La decisión final debe consensuarse con otros miembros de la unidad familiar, si vives con otras personas y tener al vuestro perro encajado en el territorio de la cama va a alterar la higiene grupal o los hábitos de sueño, quizá no sea buena idea. Si tu perro ronca como una cosechadora de vapor o se pone a llorar en mitad de la noche es posible que la cosa se ponga fea y no todo el mundo se avenga a la decisión. ¿Puede un divorcio empezar en el mismo instante en que un perro se tira un perro nocturno? No nos atrevemos a pronosticar.

Uno de los mayores atractivos de dormir con un perro para muchos dueños es la sensación de seguridad que tienen. A decir de varios de los que lo permiten, se sienten más protegidos si tienen a su mascota a su lado, piel con piel. Otros argumentan que, por extraño que pueda parecer, la simple presencia del perro les ayuda a conciliar el sueño más fácilmente. ¿Perro placebo? Quizás, pero el fin justifica los medios: coger el sueño de los justos y sentirnos mullidos y calientes (la tercera ventaja obvia) con ese torso peludo produciendo calor y gustito a nuestra vera.

Uno de los aspectos más positivos, como es lógico, es el fortalecimiento del vínculo entre humano y perro, algo intangible pero absolutamente necesario para la educación y bienestar de nuestro animal y nuestra relación con él.

En este sentido, es notorio cómo para muchos dormir con su perro ayuda a rebajar sus niveles de estrés, ansiedad y depresión en un buen porcentaje. Los datos indican que puede servir incluso para regular los niveles de hormonas como la oxitocina. En parte, por la compañía siempre constante; en parte también porque el hecho de cuidar a un animal nos obliga a ejercer la empatía, el cariño y a apartar nuestras propias inseguridades para proteger a otro ser vivo.

Mucho calor. Si tienes imaginación, ya lo habrás adivinado: sudarás, sudarás como si hubieran abierto la puerta de la sauna. El horno de fundición corporal que te puede asaltar en épocas de mucho calor si duermes con tu perro, como el verano o la primavera tardía, es uno de los mayores motivos para no hacerlo.

Vínculo tóxico. Si acostumbras a tu perro a que duerma contigo y nunca se despegue de ti, muchos expertos opinan que esto puede provocar una suerte de apego excesivo y que es mejor dejar que el animal tenga su propia área de descanso para fomentar su independencia, un espacio exclusivo para él, igual que tú tienes el tuyo. A esto se añade que si el perro se acostumbra demasiado a tu cama, quizás no quiera bajar y se ponga agresivo cuando impongas unas normas mínimas de conducta.

Los perros, perros son: máquinas de ensuciar y de soltar pelo. Si lo que quieres son sábanas prístinas de blancura impecable quizás no sea una buena idea dejar que Toby amorre su trasero a tu vientre en las frías noches de invierno. Es de esperar que las sábanas se manchen con mucha más frecuencia y tengas que redoblar los esfuerzos de limpieza y la puesta de lavadoras.