La llegada de un cachorro a la casa siempre es una buena noticia. A partir de ese momento, entrará a formar parte de vuestra familia un perro pequeñísimo, que dependerá de vosotros para todo, especialmente los primeros meses. Por eso, no queda otra que adaptar los espacios a ese inminente torbellino de energía, dispuesto a pasear por los pasillos arrancando cables y recogiendo todas las medicinas que pille a su paso.
Aunque tu casa pueda ser segura para un perro adulto, lo más probable es que no lo sea para un cachorro. Debes pensar en él como un bebé que está aprendiendo a gatear, al que le fascina todo lo que encuentra por el suelo y que se lleva al hocico todo lo que le parece apetecible, desde huesos de pollo hasta regalices duros. Con el paso de los meses, también aprenderá a dejar los botes de lejía y las plantas en su sitio, pero hasta ese momento no queda otra que apartar de su vista todo lo que pueda ser peligroso para él.
Lo primero es lo primero: quita todas las alfombras de tu suelo. No, no lo decimos porque pueda tropezar y pegarse un coscorrón, sino porque pasarán unas semanas antes de que aprenda a hacer sus necesidades fuera de la casa. Si quieres mantener las alfombras de cara al invierno que viene, retíralas hasta que sepa hacer sus necesidades donde debe, y asegúrate de que tu suelo es fácil de limpiar.
Más allá del valor estético de tus alfombras, debes pensar por tu cachorro, y por todos los peligros que un hogar humano puede regalarle. Asegúrate de que las plantas más tóxicas, las medicinas, los productos de limpieza y los cables no están en un sitio al alcance de un perro pequeño, porque es posible que, si los ve, arrase con todos ellos y ponga en riesgo su salud. Además, ten cuidado con otros objetos del día a día que puedan resultarle peligrosos, como las bolsas de plástico, las pinzas de tender o las gomas de borrar, entre muchas otras cosas que os pondrían en una situación difícil si llegase a tragárselas.
Una vez acabes con eso, ve a la despensa y comprueba que esos alimentos que te encantan, pero pueden resultar tóxicos para los perros, no están a la vista del cachorro. Es decir, nada de chicles, chocolatinas o gominolas sobre la mesa.
Si has terminado con la casa (recuerda mantener las ventanas cerradas, ya que suelen entretenerse mirando fuera y es peligroso que estén entreabiertas), no queda otra que dirigirte a la tienda de productos animales más cercana y hacerte con todo lo necesario para que las primeras noches de tu cachorro sean un éxito. Para una integración más rápida y efectiva, el perro necesitará espacios y objetos que le resulten acogedores, cómodos y seguros. Algunas de ellas son:
Con todo esto y un poco de cariño y paciencia, tu perro no tardará en sentirse como en casa. Aprovecha el tiempo, ¡los cachorros crecen muy rápido!