Paseos cortos, revisión veterinaria y mucho cariño para ayudar a la mascota en la nueva normalidad
La vuelta a la normalidad puede ser un factor de estrés para nuestra mascota. Pueden estar más irascibles o nerviosos y necesitar un periodo de adaptación
Solo hemos pasado la mitad del año y ya tenemos ganas de pulsar desaforadamente un imaginario botón rojo. 2020: cancelar. Hábitos viejos dejan paso a los nuevos, tras la pandemia, las cifras de muertos y los picos de ansiedad. Enganchados a Netflix y en posición fetal bajo las mantas. ¡La realidad post-covid es tan hermosa!
No estamos solos en esto. Esta ola de plot twist en nuestro modo de vida también ha afectado a nuestras mascotas, sobre todo a su estado físico y emocional, y así como de nuevo estamos cuidando de nosotros mismos y buscamos la seguridad del suelo y las rutinas, a partir de ahora también deberemos velar por el bienestar de nuestro perro o gato.
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Hoy te damos algunas sugerencias para ayudar a tu mascota en la nueva normalidad.
El nuevo estrés
Los perros y gatos (y hasta los tiranosaurios y sus delicadas garritas delanteras, si aún existieran) se estresan por los motivos más prosaicos. Cuando detectan que nosotros mismos, sus dueños, nos volvemos inestables emocionalmente, o porque su vínculo y su rutina cambian de forma drástica.
Hemos pasado varios meses metidos en casa todo el día, fortificando el vínculo con nuestras mascotas y acostumbrándolas a una realidad anómala, y la situación previsible post-pandemia, que varias asociaciones veterinarias han pronosticado ya, es el nerviosismo del animal por desanclarse de ti otra vez, cuando ya no estés teletrabajando. Lo llaman ‘el estrés de la separación’. Quizá lo manifieste en su comportamiento: ladridos, maullidos anómalos, lloriqueos, orines. Te adora, y no quiere que te vayas fuera del piso a tus sucias labores de ser humano. Se ha acostumbrado a tu compañía constante.
Toca reeducar a nuestro animal otra vez y acostumbrarlos a la vieja normalidad, como cuando lo sostuviste en tus brazos por primera vez y le enseñaste a venir, dar la pata o arrancarle una pierna a tus enemigos para sonsacarles información de vital importancia para la seguridad nacional.
Los veterinarios y especialistas en adiestramiento sugieren diseñar una pequeña estrategia de premios alimenticios, y así hacérselo más fácil. Sobre todo los perros, que van a tener que aprender a estar solos otra vez.
Cuidar patas y pelo
Fisiológicamente, estos nuevos factores estresante puede aparecer de una u otra forma en su cuerpo, así que un primer consejo es revisar el estado físico de nuestra mascota para detectar si hay alguna anomalía: la densidad del pelo, las patas, los ojos, la mandíbula. El cuerpo es lo primero que nos enseña cuándo algo está fallando.
Revisar la alimentación
Como si de una película de ciencia ficción horrible se tratase, sobre todo si no has seguido alguna sesión histérica de fitness con cierta regularidad, puede que hayas ensanchado varias tallas durante el confinamiento por los hábitos sedentarios. Bien: tu gato, tu perro (o tu langosta, hay gente para todo) también se ha acostumbrado a una vida un poco más sedentaria de lo necesario. Quizá hasta los hayas notado un poco más viejos y más cansados.
Lo mejor es hacerle una visita al veterinario para que chequee el estado físico de nuestro mejor amigo y tracemos un plan de alimentación adecuado a las nuevas circunstancias. Un análisis de sangre (hemograma) no viene mal para saber qué necesita la criatura. Puede haber perdido masa muscular o tener dificultades para caminar. Será el profesional el que determine qué dieta debe seguir y si tienes que añadir algún complemento nutricional para que el animal recupere el estado físico óptimo. Por ejemplo, aumentar las proteínas en su dieta y reducir los hidratos.
Controlar los paseos
El confinamiento ha sido un stacatto (término musical) para tu perro. Paseos cortos, en el fondo, nerviosos, apremiados por el poco tiempo estipulado por las autoridades para disfrutar (si esa es la palabra adecuada) del exterior. Los expertos recomiendan que la nueva normalidad vaya acompañada de un relajamiento progresivo de los paseos de nuestra mascota (perros, sobre todo, pero también gatos, si somos de los que les hemos enseñado a recorrer el ancho mundo).
Hay que pasar de los paseos cortos e ir progresivamente subiendo los minutos (empezar con 20, por ejemplo), y sobre todo, mantener todavía una distancia suficiente con los otros perros y controlar las interacciones, ya que los animales se han acostumbrado a estar solo con nosotros en el tiempo de encierro y pueden estar más irascibles al cruzarse con sus pares.
Una última recomendación es no permitir que otras personas toquen a nuestro animal durante el paseo (la distancia de seguridad debe prevalecer, tanto para humanos como para animales) y desinfectarles bien las patas al regresar a casa tras el paseo. No seas una bestia parda y lo hagas con el gel hidroalcohólico de diario. Hay champús para animales más adecuados para esto.
Cariñoso dueño, cariñoso perro
El sentido común es el más común de los sentidos. Si notas que tu perro o tu gato están con pinta de necesitar el diván de un psiquiatra para recostarse, no está de más aumentar las caricias y los ratos de juego. Al final, los perros y gatos –más los primeros– son un espejo de nuestros actos. El cariño de uno es la felicidad del otro. Hazle saber que lo quieres.