Si te decimos el nombre de ‘vibrisas’ seguro que pensarás en algún tipo de bisagra o tornillo de mueble de Ikea de nombre impronunciable, y sin embargo deberías conocer bien esta palabra, ya que es el nombre correcto de una parte de tu gato. Si te decimos ‘bigote’ ya entramos en un terreno mucho más familiar.
Te contamos qué te están diciendo los bigotes de tu gato cuando se mueven. Puede que esté pensando en cazarte. Puede. No pondríamos la mano en el fuego. Sigue leyendo, anda.
Como te habrás imaginado, los bigotes de tu minino no son un elemento ornamental que te hace cosquillas cuando se te ovilla debajo del edredón para ronronearte las mejores amenazas. Dame cariño, recoge mi arena, tírame un ovillo, voy a matarte mientras duermes. Estos pelos blancos o pardos, gruesos y en paralelo, crecen en varias partes de su cara. Fíjate. Los verás sobre las almohadillas del hocico, también a cada lado de los ojos, y en menor número, bajo la barbilla.
Los gatos son cazadores natos, bestias de anatomía versátil y privilegiada, y no podrían ser los reyes de los escondrijos ni mirar a los humanos como sus meros siervos y esclavos si les faltara esta parte tan importante de su anatomía. Si los tiburones tienen un sistema incorporado para detectar a sus presas bajo un océano de aguas turquesas y merendarse a los bañistas, los gatos utilizan sus bigotes de una forma similar. Son su radar, su sensor más afinado (además de otros elementos, como la cola) para detectar hasta la más mínima brisa en el aire. Por eso parece que los gatos leen las situaciones y se adaptan al momento. Sus bigotes les transmiten toneladas de información.
Técnicamente, las vibrisas (‘vibrassae’) o ‘bigotes de gato’ son receptores nerviosos muy sensibles enterrados bien al fondo de la piel de tu gato que transmiten estímulos a su cerebro. A ellos se irriga la sangre. Cuando el bigote se roza con algo o tu gato mueve el hocico, lo que está haciendo es recibir información e interpretarla a través de estas decenas de antenas insertadas en su hocico y en sus ojos, y a partir de ahí, el animal calibra instintivamente cómo acomodarse a la situación. Se ayuda también del olfato para terminar de completar el cuadro.
Si te preguntas cómo es posible que tu gato se oriente, salte, esquive y se mueva de esa manera, como si hubiera nacido para ello, la respuesta la tienes en los bigotes. Una de sus funciones es la navegación, seguida de la orientación en el espacio y la dirección. Un gato es capaz de reorientar la dirección de su cuerpo y recolocarlo en el aire gracias a este radar sobre su cara.
El dato más curioso es que también son su regla de medir. Con ellos acomoda sus medidas a los obstáculos para saber (el hueco entre las sillas, un alfeizar, la zona debajo de la cama) si hay espacio suficiente para él. Y a rey cazador, instrumento para ello: si miden el espacio, también buscan sus presas, por la noche, cuando cazan y de pronto te traen esa adorabilísima paloma o ratón muertos que nadie sabe dónde han encontrado.
Es interesante que sepas cómo interpretar los bigotes de tu gato (suena a actividad quiromántica, pero es más sencillo de lo que crees). Son un buen indicador de su estado de ánimo. Si el gato está enfadado o tiene miedo y vas a arrodillarte para pedirle que no te mate, que harás todo lo que te diga, verás que tiene los bigotes como echados hacia atrás, además de su cuerpo arqueado y tenso, en alerta. Si están hacia abajo o adelante, tanto mejor: el gato está relajado, sus planes de dominación progresan, quizá no te odie, quizá. Si los ves tensos y orientados hacia adelante, bien, ahí hay un gato preparado para cazar que ha localizado a su presa. Te vale también saber cómo leer los movimientos y la posición de la cola. Cuánto por aprender de tus bestias.
Seguramente te estés preguntando si pasa algo malo cuando te encuentras algún bigote de gato por ahí tirado, entre los cojines el sofá o debajo de alguna de las sillas del comedor. Te bastaría con ser supersticioso para creer que te traerán mala suerte y tu vida se acabará en este instante, pero ni siquiera en ese caso esto es una mala noticia. Tu gato no tiene ningún problema. Los bigotes no son ‘inmortales’ en los felinos; se desgastan y mudan igual que otras partes de su cuerpo, como las uñas; se regeneran, tienen sus ciclos. Por eso no debes preocuparte. Es normal que los gatos muden los bigotes y afinen este sistema de detección creando receptores nuevos.
Solo deberías tener cuidado y estar alerta si la pérdida de los bigotes es algo tan evidente que, lógicamente, haya una señal de que algo malo pasa. Lo mejor sería mantenerlo dentro de casa el tiempo suficiente, hasta que vuelvan a regenerar esta masa de bigotes perdidos y hayas consultado el problema con un veterinario.
También es fundamental darle a tu minino un plato ancho para comer. Los gatos, duques elitistas, vidriosos consejeros, se sienten molestos cuando los bigotes rozan las paredes de su cuenco de comida.
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