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Falta de apetito, cansancio e inactividad: las señales que advierten de que el gato está deprimido

  • Los felinos tienen fama de no necesitar a nadie y de ser muy suyos, pero en realidad necesitan mucho cariño y los cambios en su rutina les afectan mucho.

  • Lo primero que debemos descartar es que esté enfermo, aunque no haya desarrollado ningún síntoma, para poder barajar una posible depresión.

A menudo, tendemos a pensar que los gatos son animales independientes, a los que les gusta ir a su bola y que no crean grandes vínculos con los demás, pero si tienes un gato sabrás que esto no es así. Los gatos son muy sociales, necesitan mucho afecto, son territoriales y muchas veces les cuesta adaptarse a los grandes cambios. Por eso, necesitan el contacto con otros individuos y seguir una serie de rutinas para sentir que lo tienen todo controlado y encontrarse seguros.

Cuando esto no es así, pueden verse seriamente afectados por las circunstancias y adoptar comportamientos poco habituales que nos pueden avisar de que está triste o pasando por una mala racha.

Es importante aprender a identificar estas señales para analizarlas, descubrir por qué pueden estar ocurriendo y ponerles una solución cuanto antes, para evitar que se conviertan en algo más grave y nos cueste más ayudar a nuestra mascota.

Por eso, vamos a ir por partes: primero debemos analizar esos gestos extraños nos darán pistas sobre si nuestro gatete lo está pasando mal, después vamos a intentar encontrarle una explicación a ese comportamiento y, para terminar, intentaremos encontrar una solución para ponerle fin a esa tristeza.

Comportamientos extraños

Cuando convives con un gato y le conoces bien, más o menos sabes identificar si está haciendo algo fuera de sus rutinas. Si están tristes hay algunos gestos que cambian, como por ejemplo puedes notar que está muy callado, o que maúlla más a menudo y se muestra agresivo. También puedes sentirle más apático, sin energía ni ganas de levantarse ni moverse.

Puede que haya dejado de comer o que come poco, que pase demasiado tiempo en la cama o el sofá y duerma muchas más horas que de costumbre. Si no quiere jugar, no interactúa con estímulos, pasa mucho tiempo escondido y le sientes decaído, tienes que activar la señal de alerta.

Otras pistas que pueden hacerte sospechar que algo está ocurriendo es que comience a descuidar su higiene: no se asea y deja de usar el arenero para hacer sus necesidades.

Todas éstas son señales de que algo no va bien, así que en estos casos es importante descartar, primero, una posible enfermedad (aunque todavía no se haya manifestado ningún síntoma) y, si el gato está sano, barajar la posibilidad de que esté pasando por una depresión.

¿Por qué está así?

Una vez que hayamos llevado al gato al veterinario para comprobar que su salud física está bien, toca analizar las posibles causas de esa tristeza. Nuestros amigos felinos son muy susceptibles a los cambios, y si hay algo a su alrededor que se ha alterado le puede estar afectando más de lo que pensamos.

Si ha pasado hace poco por una mudanza, o ha cambiado de familia, si pasa demasiado tiempo solo o ha llegado a casa un nuevo miembro, ya sea un bebé o una mascota, podría sentirse desplazado, invadido y desorientado.

También la pérdida de un ser querido, o la marcha de alguien del hogar, a quien tenía mucho aprecio y ahora no ve tan a menudo, también pueden tener relación con su tristeza.

Hay gatos que han sido maltratados y abandonados, que han sufrido algún episodio o shock traumático que les crea ansiedad y estrés, y eso puede crearles mucha angustia, tienden a ser más desconfiados y temerosos porque no se sienten seguros.

Si el gato acaba de ser adoptado, es normal que le cueste un tiempo coger confianza y adaptarse al nuevo hogar y a la nueva familia. En estos casos solo necesitará que tengáis paciencia, le deis tiempo, su espacio privado para que poco a poco vaya sintiéndose más seguro en el escenario y se acerque a vosotros. Tratadle con cariño y cuidado para que se acostumbre a su nueva vida.

Pero si no es el caso y estos comportamientos han aparecido por cualquier otra razón, es el momento de poner de nuestra parte para que recobre la alegría.

En los casos más graves, se recomienda visitar a un veterinario porque tu mascota puede necesitar medicamentos específicos que le ayuden a salir del bache. Pero nuestra actitud en estos momentos también será de gran ayuda para animar a nuestro gato.

¿Qué puedo hacer?

Si tu gato está decaído va a necesitar mucho cariño y compañía. Piensa en actividades que le hagan sentir bien, alguna comida que le guste, y los juegos que más le suelen divertir.

Probablemente, como la evolución será progresiva, tendrás que empezar con propuestas más tranquilas: háblale despacio y con cariño, transmítele calma, acaríciale y mímale mucho. Más adelante ya podrás poco a poco ir retomando juegos más dinámicos, pero siempre con muchísima paciencia, para que se adapte.

Un gato que juega es un gato feliz, así que intenta divertirte con él al menos 30 minutos al día. Puedes recurrir a juguetes que le saquen su lado más cazador. Nosotros siempre hemos sido muy fans del Kong.

Si el problema es que pasa mucho tiempo solo, piensa la forma de que esté más entretenido, usando juegos interactivos, o túneles con actividades, y que así no te eche tanto de menos. Si te lo puedes permitir, lo ideal sería que te planteases adoptar otro gato, para que se hagan compañía, pero entendemos que esto no es posible en todos los hogares y situaciones.

No le grites ni le increpes, haz que sienta que te tiene cerca, que puede contar contigo y que quieres cuidarle y ayudarle. Y felicítale cuando haga algo bien.

Si con estos consejos no consigues que recupere su comportamiento habitual, habrá llegado el momento de que recurras a un profesional, bien un veterinario o un etólogo (especialista en comportamiento animal) para que te dé otras pautas. Ten en cuenta que actuar a tiempo es crucial ya que si esa actitud apática está arraigada será más difícil de tratar.

Pero, sobre todo, no te desesperes. Igual que nosotros pasamos malas rachas, los gatos también pueden tener sus baches. Solo necesitan más cariño y paciencia para volver a recuperar la alegría.