Taquicardias, sudores fríos, temblores, dificultad para respirar… cada vez que ves a un perro, ¿tienes al menos alguno de estos síntomas? Quizás sufras cinofobia, un miedo irracional y persistente hacia los canes y las enfermedades que estos pueden contagiar. Un problema serio que puede llegar a condicionar mucho la vida de quien lo sufre; las personas con esta fobia, que según se estima puede afectar hasta a un 10% de la población, evitarán cualquier situación en la que pueda estar involucrado un perro, desde ir al parque hasta salir a la puerta de su casa.
Casi la mitad de los hogares en España tiene al menos un perro; si no convives con uno, tu vecino o prima tendrán un can en casa. No es nada fácil sufrir cinofobia en nuestro país, aunque la buena noticia es que, con el tratamiento y los cuidados adecuados, podremos ponerle solución. En Yasss te contamos cómo conseguirlo.
La fobia a los perros va mucho más allá del mero miedo a que uno en particular nos muerda. Para las personas fóbicas, el objeto o la situación a la que temen no supone una amenaza real, pero su reacción es desproporcionada. Por eso, la persona tiende a aislarse. Cuando no lo hace y piensa, ve o interactúa con ese estímulo, puede sufrir pánico, miedos, taquicardias, sudores, falta de aires o pensamientos que le hacen pensar que puede morir. Entre los síntomas que les genera el objeto fóbico (en este caso, el perro) están las siguientes:
Normalmente, para que el trastorno se considere fobia, debe alargarse durante al menos seis meses. Sin embargo, los especialistas recomiendan no esperar tanto, ya que cuanto antes se ataje, más sencillo será tratarlo.
Las fobias se producen al asociar un determinado estímulo con una respuesta. En este caso el estrés o miedo a la mordedura o al contagio, por ejemplo. Parece que existe cierto consenso alrededor del origen de estas patologías, que suelen construirse sobre experiencias traumáticas de la infancia o por imitación de los padres, pero no siempre es así. Aunque en la mayoría de los casos se desencadena por esos motivos y empeora a lo largo de la infancia, en ocasiones la persona fóbica no recuerda ninguna mala experiencia con canes, y no es capaz de entender su el origen de su miedo. Esto puede resultar bastante frustrante para el paciente.
Las fobias no desaparecen solas ni mucho menos de un día para otro, y es necesario acudir a un especialista para que nos recomiende el tratamiento que mejor se ajusta a nuestro caso. Habitualmente, las fobias específicas se pueden tratar mediante terapia cognitiva conductual o de exposición gradual, aunque en ocasiones se combinan con tratamientos farmacológicos para aumentar su efectividad.
La terapia cognitivo conductual se centra en cambiar los pensamientos y comportamientos que se desencadenan para gestionar el problema. El objetivo de estas técnicas es dar al paciente las habilidades necesarias para superar el bloqueo y las dificultades que surgen al contacto con el estímulo. La terapia suele dividirse en cuatro fases: la evaluación de la fobia, la explicación de las hipótesis, la puesta en práctica de las técnicas propuestas y el seguimiento de la evolución del paciente. Por su parte, la terapia de exposición gradual se centra en acercar poco a poco a la persona a la causa de su miedo, siempre en dosis pequeñas. Estas píldoras digeribles ayudan a que el paciente controle mejor su ansiedad y pensamientos irracionales.
Hay muchas otras técnicas que los profesionales pueden poner en práctica en caso de que sufras cinofobia, dependiendo de tus propias necesidades. Por eso, si crees que puedes padecer este problema, lo mejor es buscar un especialista con el que comentar tu caso y encontrar la mejor forma de actuar.