De la rígida silla a la blandura del colchón solo hay un paso, y suele ser bastante corto. Hay incautos que han escogido la cama como su templo de estudio, el territorio para desplegar los apuntes y los libros. Tiempo después de revolcarse en ropa interior y hacer la croqueta, empiezan a tener los dolores de espalda de un anciano abandonado en la gasolinera. Otros no corren mejor suerte y caen en las garras del sueño. Hermosísima imagen: un hilo de baba te cae por la comisura, roncas como si tuvieras un hijo en la cárcel y solo quedan unas horas para el examen. Estás para que te hagan una foto y la suban a Instagram, y encima no recuerdas en qué línea del tema te quedaste.
¿Qué se puede hacer entonces? ¿Debe uno resignarse a los dolores de espalda y al cabeceo somnoliento si quiere estudiar en la cama sin morir en el intento?
Te contamos cómo estudiar en la cama para que no te entre sueño y tu postura recta te mantenga la espalda sana como el pilar de un templo griego.
Si nombramos la ‘higiene postural’ quizá te suene a una visita al médico de la próstata, pero es el concepto más importante que tienes que aprender si lo que quieres es estudiar o leer en la cama en una posición cómoda que respete tus columna y no la convierta en un tormento doloroso. Estudiar requiere tiempo. Al tomar apuntes y leer y repasar los temas del examen durante varias horas en la cama estás influyendo directamente en la mala posición de tu cuello, tus cervicales o tu columna. Tu espalda puede aguantar un rato en esa posición de contorsionista, pero no mucho más.
La higiene postural deficiente es el resultado de una mala postura sostenida en el tiempo; y de ahí vienen directamente las consecuencias físicas de estudiar en la cama: dolor de cervicales, de cabeza, o la molestísima lumbalgia; daño en la columna vertebral y tensiones musculares. Tus riñones no pueden estudiar por ti, solo gritar y patalear como niños pequeños.
Con todo, si tu método de estudio implica necesariamente hacerlo en la cama, es importante que le pongas un poco de seriedad y tomes algunas precauciones. La mejor posición para leer, por supuesto, es en decúbito supino: boca arriba. No se recomienda hacerlo boca abajo si tu espalda ya es algo parecido a la central de Chernobyl. Es importante no curvar la espalda. La clásica imagen de alguien que lee doblado, con el cuerpo en forma de C. Deberías buscar la posición de la L: la espalda lo más recta posible.
También es fundamental mantener el libro y los apuntes al nivel de los ojos, en lugar de forzar la curva de las cervicales y el cuello y tener que mirar hacia abajo. Si haces una cuña con los brazos para sostenerlo, con un almohadón sobre las rodillas, será suficiente para cumplir con este punto.
Otra recomendación es cambiar de posición cada cierto tiempo y realizar unos estiramientos. Hay posturas de yoga especiales para estirar la espina dorsal y la columna vertebral, ganar en rango de movimiento y prevenir la compresión de las vértebras en la posición que utilizamos normalmente para estudiar en la cama.
Si quieres alcanzar el nivel pro, hazte con uno de los aparatos especiales para leer y estudiar en la cama: almohadones para reposar la espalda, mesas de cama o bandejas que pueblan el vasto océano de Internet. El dinero mejor invertido de tu vida, te lo garantizamos.
Si tu narcolepsia es el faro que guía tu vida y te entra el sueño hasta paseando al perro poco vas a poder hacer para estudiar en la cama sin empezar a roncar y que te caiga ese hilo de baba espesa. Con todo, puedes favorecer ambientalmente las condiciones para mantener la concentración el tiempo suficiente y rendir mejor.
Una 'power nap' de quince minutos antes de la sesión de apuntes en la cama es otro de los consejos imprescindibles. Ahorras en cabezadas y te das un premio que te deje el cerebro fresco y afilado antes de comenzar.
Evita, si puedes, las comidas pesadas, otro de los factores que pone el cerebro en modo sueño para ahorrar energía y dedicarla la digestión. Busca los alimentos ligeros: ensaladas, yogur griego, un sándwich. Otro truquito: masticar chicle y beber agua mientras estudiamos en la cama ayuda a que haya un mejor flujo de sangre al cerebro.
La iluminación uniforme del espacio de estudio es imprescindible para engañar al cerebro con la luz de los estados de vigila y mantenerlo enfocado, así que quizás tengas que llevar al dormitorio un par de lámparas más para conseguir luz suficiente y bien repartida. La luz baja infunde el bostezo. El cerebro se pone a secretar melatonina, la hormona del sueño.
La música también puede ayudarte a alcanzar un estado de concentración wagneriano mientras chapas e hincas codos en la cama. Una playlist en la que incluyas temas que no sean especialmente relajados te obligará a mantener el foco y a penetrar en el estado mental necesario.
No descuides la postura. No solo por los tips para la espalda que te hemos dado, sino también por el estado de alerta del cuerpo. Estudiar tumbado boca arriba o derrengado hará que sea mucho más fácil caer en un estado comato…
Zzzzzzzz.