Economía, diplomacia, dinámicas geopolíticas...: Relaciones Internacionales, una carrera para 'todólogos'
Es una carrera para todólogos de las ciencias sociales: historia, economía, política, idiomas, derechos humanos son solo algunas de las realidades en las que tendrás que profundizar para convertirte en un buen internacionalista
Podemos hacer una predicción rápida con buena parte de las carreras disponibles en el sistema universitario español y adivinar en un par de frases qué estudian exactamente esos universitarios y qué futuros trabajos podrán desempeñar. Hay otras carreras, como Relaciones internacionales, con las que uno no lo tiene tan claro.
¿Qué hace exactamente una persona que estudia Relaciones Internacionales? Te lo contamos.
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La carrera de Relaciones Internacionales
Ese sintagma técnico y más bien polisémico que no concreta demasiado designa de forma un tanto amplia el (brutal) conocimiento que se toca en esta carrera: muchos palos distintos que, por suerte, acaban conectados.
En realidad, las Relaciones Internacionales abarcan un amplísimo campo de estudio relacionado con el comportamiento social, político, económico, geográfico, histórico y cultural de los países, y sus relaciones entre ellos, a veces amistosas, otras enconadas y podridas. Puro totum revolutum que la universidad ya se encarga de filtrar y condensar para que los estudiantes escojan especialidad o área de estudio llegado el momento. Así, un estudiante de Relaciones Internacionales puede especializarse en la relación bilateral España-Argentina que hacerlo en geopolítica, con la vista puesta en el conflicto ruso-georgiano. Estudia lo macro sin descuidar lo micro. Por ejemplo: un conflicto entre dos países que súbitamente escala al ámbito internacional o la historia diplomática y las bambalinas de una nación a lo largo de determinados siglos.
A diferencia de lo que muchos creen, Relaciones Internacionales es una carrera que forma parte de las ciencias sociales, no de las ciencias económicas, si bien las materias troncales de los primeros años de carrera tienen que tocar la economía por obligación. Eso sí, se concentra más en los conceptos teóricos que en las aplicaciones prácticas. También estudiarás algo de estadística. Otra confusión común: no es lo mismo estudiar Relaciones Internacionales que alguna carrera del tipo Negocios Internacionales.
Es una formación muy recomendable para viciosos de la geopolítica internacional, la economía, el rifirrafe entre países y el salseo diplomático. Y, sobre todo: para lectores y ratas de biblioteca. Clavarás la vista en cientos de libros y no la levantarás hasta mucho tiempo después.
¿Dónde puede estudiarse Relaciones Internacionales?
Se estudia en las facultades orientadas a las ciencias políticas, sociales, y de Derecho. Cuatro palabras importantes entran aquí: Historia, economía, geopolítica, diplomacia y derechos humanos (y las subsiguientes: derecho internacional, economía… parece inabarcable, quizás).
Los estudiantes de relaciones internacionales son un poco ‘todólogos’ de lo suyo. Estudian mucho, y saben mucho, para poder analizar, en contexto y con diferentes herramientas, realidades que parecen excluyentes o que requieren de una visión sin sesgos ideológicos. No es una carrera para idealistas o pescadores de tópicos mal argumentados. Requiere herramientas de análisis, bibliografía, capacidad para estudiar al detalle los aspectos minúsculos tanto como las visiones generales de realidades sociopolíticas y culturales muy complejas.
El estudiante de relaciones internacionales abarcará de forma gradual, progresiva y profunda aspectos fundamentales de la realidad social, política y económica de diversos países, podrá contextualizarlos y analizarlos desde diferentes ángulos para leer de forma analítica su ‘realidad’, esa cosa intangible sobre la mesa que parece un cliché para el cuñado de turno, con cuatro conceptos mal repartidos dentro del cerebro. Un internacionalista se prepara para leer una país, organización, grupo social o conflicto desde un ángulo y el contrario, en un peloteo analítico y creativo constante; y por supuesto, desde la tolerancia y la empatía. No hay lugar para el racismo y la xenofobia, a menos que se quiera caer en el sesgo y el análisis parcial.
Lógicamente es una carrera que tiene un amplio margen de especialización durante los años que dura. Las ramas son diversas: cultural, religiosa, filantrópica; relaciones públicas, docencia, negociación, y hasta medio ambiente, que ha cogido fuerza en los últimos años con el mordisco agresivo de la crisis climática y la necesidad de políticas públicas al respecto.
Al igual que muchas otras carreras, se pasa de lo general, los primeros años, con las materias troncales, a lo particular en los últimos. Y es extremadamente importante dominar varios idiomas para poder abarcar más conocimiento y poder trabajar en el extranjero, donde suele haber más barro en el que hozar. Dominar el francés, alemán, chino, inglés o árabe pueden ser un must en el cv del internacionalista que quiera competir al máximo nivel.
Por suerte, el campo laboral es tan amplio que ofrece muchas oportunidades al que quiera hincar los duros codos y comenzar a leer como un topo sobre todos estos asuntos. Un graduado en Relaciones Internacionales puede aspirar a realizar una oposición para convertirse en diplomático, trabajar en algún organismo político internacional (migración, medio ambiente, equidad de género, derechos de la infancia, salud…), dedicarse al periodismo especializado en geopolítica, trabajar en organizaciones públicas y privadas, en negocios, así como ejercer de asesor político. También existe la opción de la investigación, la docencia o la labor en una oenegé. Suele haber mucho trabajo de consultoría, también.