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Adiós malos rollos: se puede dejar dinero a un amigo sin que interfiera en la relación

  • Lo más importante a la hora de prestar dinero es evaluar tu propia capacidad financiera y, si te decides hacerlo, hablar todo lo que necesitéis saber.

  • De media, solo recuperarás del 52 al 75% del total que prestaste.

Hay tantos gastos imprevistos que te pueden poner, del día a la mañana, contra la espalda y la pared: una multa, la matrícula de un curso que tienes que hacer, pero no te esperabas, esa subida del alquiler que tu casero ha decidido del día a la mañana… por no hablar de la cita con el dentista o la batería del coche, los peores enemigos de una cuenta corriente. Para colmo, hay una regla no escrita que dice que, cuanto más necesites la pasta, más vacío tendrás el bolsillo. De repente te encuentras un domingo cualquiera con una resaca brutal, debiendo dinero y más pobre que una rata. ¿Qué hacer entonces? Lo más socorrido es pedir la cantidad a un amigo o familiar, con la promesa de devolverlo después.

Ahora bien, pedir dinero suele poner en una tesitura complicada tanto al demandante como a quien se dirige la petición, y además suele salir mal. Así lo manifestaba un informe que el Bank of America publicó hace un par de años, en el que la mitad de los encuestados aseguraban haber acabado con una amistad después de prestar dinero, y casi el 80% consideraba estos “créditos con buen rollo” perjudiciales para cualquier relación. Dando un paso más, casi la mitad de los encuestados estaba dispuesta a dejar de hablar para siempre a un amigo que no le devolviese un préstamo.

Se trata de una situación desagradable para quien pone el dinero y para quien lo recibe: en muchos casos, la persona en deuda aumenta síntomas asociados a la depresión. Un problema más habitual entre los jóvenes de clases trabajadoras, marcados por la incertidumbre laboral.

¿Se va a devolver?

Cuando se hace un préstamo a un amigo, y si se tiene la posibilidad de hacerlo, hay que darlo tomando como norma que no se va a devolver. No porque la otra persona tenga pensado de antemano no hacerlo, sino porque evita el estrés y la desconfianza de una situación que no puedes controlar. Algunos expertos recomiendan evitar el préstamo, pero esa es una decisión que depende de ti y tus circunstancias socioeconómicas.

Ahora, no es lo mismo dar un dinero que tenías ahorrado que poner tu tarjeta de crédito o firmar una hipoteca. Si te decides a echar una mano a tu amigo, trata de hacerlo con el efectivo de por medio, y asume que, según la entidad financiera Value Penguin, de media solo recuperarás entre un 52 y un 75% del total. Por eso, evita prestar un dinero que no puedas perder.

Una cosa está clara: cuanto más se explicite y delimite el acuerdo, mejor para todas las partes, porque estarán más claros los límites. Intenta resolver todas tus dudas y llegar a un consenso. ¿Necesitas tener el dinero de vuelta para un día concreto? ¿Va a ser este el último préstamo que va a necesitar? ¿Cuáles son tus expectativas con la devolución y cómo dialogan con las suyas?

Si necesitas analizar lo cercana que es esa persona o para qué se va a utilizar ese dinero, pregunta: depende de la otra persona responderte o no. Lo cierto es que, cuanta más confianza y comunicación haya, mejor para todos. Salvo que a ti te sobre el dinero, o que la otra persona esté en una tesitura muy complicada y no quieras pedir nada, los dos tenéis que entender esto como algo contractual, y no como una prolongación de vuestra relación.

Ante la duda, escríbelo

Si es una cantidad sustancial o crees que podéis tener problemas, puedes poner el préstamo por escrito. Quizás no quieras contratar a un abogado, sobre todo si se trata de un acuerdo con alguien cercano, pero lo mejor es encontrar una vía que avale el compromiso al que habéis llegado las dos partes.

Por tu parte, cuanto más claro esté todo, mejor. Si Hacienda nota que has sacado mucho dinero del banco de golpe, puede pensar que vas a hacer una donación, no a prestar esa cantidad, y tendrás que pagar una serie de tributos el año siguiente. Si firmas un contrato de préstamo entre particulares con la otra persona, quedarás exento.

Firmar este contrato es lo más práctico, y no necesitas mucho para completarlo. Basta con rellenarlo con el lugar donde se produce el préstamo, así como la fecha, los datos de ambas partes, la finalidad del préstamo, la forma y cantidad de dinero que se va a dar, el plazo de devolución, los intereses (si decidís que haya) y las clausulas con las que te cubrirás las espaldas, en caso de que se incumpla el contrato o no se pague.

En cualquier caso, lo más importante es evaluar tu propia capacidad financiera. Cuanto mayor sea, menos quebraderos de cabeza te dará después.