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Lo han clavado con el anuncio: la Lotería de Navidad es el maldito día de la marmota

yasss.es 14/11/2018 13:35

Si al final el ser humano es un animal de costumbres. Que pasen las mismas cosas todos los años nos hace sentir más seguros y más preparados. Las tradiciones nos gustan, solo porque ya sabemos desenvolvernos en ellas. Y lo nuevo nos asusta, solo porque no sabemos cómo funciona.

Y en España, las tradiciones... ¡nos vuelven locos! ¿Y puede haber una tradición más seguida que la Lotería de Navidad? La ilusión por forrarnos (aunque luego nunca nada, que pobres nacimos y pobres vamos a morir) nos lleva a repetir cada año los mismos pasos, uno por uno, sin darnos por vencidos jamás.

1. ¡Pero si ya hay Lotería de Navidad, y estamos en verano!

Que no falte el paripé de llevarse las manos a la cabeza cuando vemos el primer décimo de Lotería de Navidad colgando de la estantería de un bar en pleno julio. Pues mira, sí. Como todos los años. Esta lotería se empieza a vender en verano precisamente para que tú la veas, te sorprendas y digas... bueno, ya que estoy en Denia de vacaciones... me llevo un décimo. Y luego si en agosto también haces una escapadita a Vigo, pues otro décimo que te llevas.

2. El presentimiento

Todos los años SABES en qué número va a acabar la Lotería de Navidad. El año pasado te dio por el 6, o si tus superpoderes ya son de otro planeta te la juegas a las dos últimas cifras y te autoconvences de que el gordo no solo acabará en 6, sino en 96.

3. La envidia cochina

Tú sabes que el gordo este año acaba en 6, pero es que tu compañera de trabajo te ha dicho que de eso nada, que este año acaba en 4. Y por envidia cochina, a ver si ella se va a hacer rica y tú no, al final también te compras un 4.

4. Bueno, venga, por si acaso

Ya llevas 10 décimos comprados, entre los de las vacaciones, los que acaban en 6 y el que acaba en 4. Pero un día tienes que ir al médico a hacerte unos análisis de sangre y cuando vas a desayunar a la cafetería del hospital ves que tienen un décimo expuesto. Pues lo vas a tener que comprar, por si acaso.

5. El número del trabajo

Primera semana de noviembre. Llegas relajadísimo a tu oficina después del puente y de repente: ¡la lotería, la lotería, ya ha llegado el número, la lotería, quién compra, que se agota, no compréis más de dos décimos por persona para que haya para todos! ¿Que se pueden comprar dos? Pues venga, dame dos.

6. Dame ese que es muy bonito

Un día vas a la administración de lotería de tu barrio a cobrar una primitiva que te ha tocado una de tres y mientras esperas te fijas en un número. El 21.341. No acaba en 6. No acaba en 4. Pero es que es un número muy bonito. Además, está al lado del 33.777, ¡qué feo es ese número! Me voy a llevar el bonito, que me ha entrado por los ojos.

7. El de las papeletas de la asociación

Porque cuando menos te lo esperas y cuando creías que ya no ibas a comprar más lotería porque es que te has juntado ya con 15 décimos, aparece uno en tu trabajo que vende participaciones para la asociación de lo que sea, que se te junta el ansia de llevar más números con el deseo de hacer bien a la humanidad con el euro de sobrecargo que llevan las papeletas. Compras dos, y te sientes mejor porque solo es medio décimo.

8. La señal divina

Por el puente de la constitución te vas a coger un tren para ir a pasar el finde a Sevilla. Llegas con tiempo a la estación porque menudo lío sería perder un AVE en pleno puente. Y como te sobran cuarenta minutos, te tomas un café. Y en esa cafetería también tienen su décimo colgando y, ¡no me j*das! Ese décimo acaba JUSTO en la cifra de tu cumpleaños. Tú naciste el 12 de marzo, y ese décimo acaba en 123. El 12 del 3. Más claro agua. Es una señal. Te lo tienes que llevar.

9. El de última hora

El 21 de diciembre has salido a tomar unas cañitas con unos amigos y después de la quinta alguien comenta que mañana es el sorteo de la Lotería de Navidad. Todos os quejáis de la cantidad de décimos que lleváis: que si el de la familia, que si el del trabajo, que si el de la peña del fútbol, que si el del gimnasio... A alguno, también, se le escapa el comentario de que parecemos tontos comprando tanto si luego no toca nada. Que es mucho mejor gastar los 20€ del décimo en Euromillones, que ahí toca más. Pero luego veis el número del bar en el que estáis y os miráis y decís: "venga, lo compramos, no hay huevos, jajajaja, anda que si toca... nos montamos una buena juerga".

10. ¡Qué mala suerte, hombre!

22 de diciembre. El gordo ha venido madrugador este año. ¡Increíble! Ha acabado en 3. ¡Pero si llevas todo en 6! ¿Qué ha podido salir mal? Ya es mala suerte... Pues no, no es mala suerte. Según las estadísticas, solo hay un 5% de probabilidad de que te toque el reintegro, y si vas a por el gordo, las opciones son de un 0,00001% (1 entre 100.000). Vamos, que no es mala suerte. Es que te han hecho creer que esto toca mucho y a mucha gente. Pero no es así. Si te hacen creer eso es porque el Estado se embolsa buenos dineros gracias a tus supersticiones, y luego reparte muy poco en premios, que también son bastante pequeños. Aunque te tocasen 400.000€, en estos tiempos que corren, no tienes ni para una casa en condiciones.

11. Lo importante es que haya salud

E R E S M Á S R A N C I O Q U E E L T U R R Ó N D E L A Ñ O P A S A D O