Errores imperdonables que no se deben cometer al crear el currículum por primera vez
Es fácil caer en los típicos errores: demasiado texto, foto horrible y mal diseño
Visualiza esta escena: un hombre o una mujer con los ojos entornados por la pereza va pasando rápidamente documentos en la pantalla de su ordenador (o incluso de su móvil). No le tiemblan las manos, descarta de un vistazo, con la suavidad de un verdugo. Bosteza. Se come un yogur y pulsa borrar otra vez. ¿Está este bello y autoritario ser vaciando la carpeta de Spam?
Claro que no, aunque para el caso, es lo mismo: el mail de un importante mandatario africano diciéndote que has ganado dos millones de euros y un currículum neutro y sin gracia que parece hecho por tu peor enemigo del colegio (para eso has elegido Comic Sans, ahora no nos llores) se parecen por la facilidad con la que los mandamos a la papelera.
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Te contamos algunos errores que no debes cometer al hacer tu currículum por primera vez.
Sentido común, el menos común de los sentidos
Tu gramática es parda y agreste. ¿La escritura de tu cv suena un poco como el graznido de un pato? A juzgar por lo aparente, sí: sintaxis tambaleante, faltas de ortografía, mayúsculas mal colocadas, descuido en la organización de la información. En serio, hay millones de cvs que parecen haber sido redactados por un ente extraterrestre desconocedor del sujeto, verbo y predicado; y de la golosa dulzura de la gramática correcta. Esto también dice quién eres y qué se puede esperar de ti. La ortotipografía es sexy.
Ellos ya lo saben. Quizá has acariciado una bola de cristal o la joroba de alguien para que te dé suerte, así que no es necesario (en serio, no lo es) que redactes tus objetivos en el currículum. Ellos ya saben lo que estás dispuesto a hacer para conseguir el puesto (guiño, guiño).
No te alargues. Los currículums de más de dos páginas suelen llevarnos al coma inducido. Un cv es una llave para lucirnos en una posible entrevista, no un desglose de cada vez que en la oficina rellenaste el cartucho del tóner. No escribas una biblia por cada puesto de trabajo. Esto también vale para las citas de Tinder.
Busca una buena plantilla. Estás haciendo un currículum, no el Guernica. Diséñalo en función del puesto. Puede un portfolio visualmente hermoso, para ciertos trabajos creativos, valga mucho más que el currículum-lista de la compra de toda la vida.
Cuidado con incluir todas tus redes sociales en el cv, ¿o acaso quieres que el reclutador se meta en tu perfil y lea esa broma chorreante de humor negro que hiciste sobre un león comiéndose a un niño en Botswana? Lo miran, te prometemos que lo miran.
Ganchos
Secuencia bien. Procura que la información con que describes tus puestos de trabajo anteriores siga una secuencia rápida y limpia, para que el responsable de recursos humanos llegue a lo más importante y piense, consciente o inconscientemente, que eres quien están buscando para el puesto. Hay gente muy hábil en el arte de redactar de forma sucinta pero atractiva sus ‘funcione’ en trabajos anteriores y conseguir que el reclutador quiera ampliar esa información en la entrevista.
Quita la información inútil. El currículum es como un agujero negro si no tenemos mucha experiencia a la hora de redactarlo. Hay personas que incluyen trabajos que no tienen nada que ver con el puesto, como aquella vez que vendiste conchas de playa en el paseo marítimo para pagarte un frigopie, o ese trabajo en un campamento de verano donde casi ahogas a un niño con su propio castor de peluche. Valora la oferta como si fuera un bicho. ¿Y qué tipo de alimento necesita un bicho? Ese alimento se lo das tú, y redactarás (oye nuestro tono bíblico) solo lo que vaya a servirte. Aliméntalos solo con lo que quieren leer.
La carta
No copies el cv en la carta de motivación. Puede parecer que deben llevar la misma información, pero no es así, y hasta es posible que la carta sea más importante que el currículum a la hora de que pasen el archivo de nuestro cv a una posible carpeta llamada: ‘revisar más tarde’. Tanto uno como otro deben llevar sus propios anzuelos para cazar la atención del responsable de recursos humanos, pero mientras el currículum tiene que ofrecer una información veraz y, al mismo tiempo, atractiva, para dar una idea ajustada de tu perfil, una carta de motivación tiene algo de la magia trágica del storytelling.
No se trata de mentir, sino de sacarnos plumas de pavo real, olores y afeites, falsos olores a incienso. En cierto modo, la carta de motivación competiría con un buen relato breve si la mitad de los candidatos no utilizaran las mismas fórmulas de campamento de verano: ‘Como podrá comprobar en la información de mi currículum, he desarrollado puestos como…’ El reclutador se come el segundo yogur. Has muerto, como dicen en el videojuego Dark Souls.
La maldita foto
Ojalá todo fuera como en otros países, donde la foto del currículum no sirve para nada o incluso puede valer que te hagan la señal de la cruz. Por desgracia vivimos en uno que adora el prejuicio a través de la vista, y la foto del cv es un caballo de batalla de todo candidato.
La teoría, claro, dice que debe ser formal, pero que no parezca que acabas de salir de tu primera comunión, que tienes que sonreír y forzar esos músculos de la cara que parecen piedras, y aparecer de medio cuerpo, y con fondo neutro, y…. Puede que tanta teoría no valga de mucho: la foto del currículum debería transmitir una vaga y positiva semejanza con el puesto que aspiramos, y lo mismo el apartado visual, la maquetación, la limpieza y la facilidad para resaltar los anzuelos que lanzamos. Es normal que un ejecutivo de banca salga con su cuello de gallina estirado y vestido de traje, pero un experto en locución de radio quizá tenga más posibilidades de caer en gracia si aporta una foto cálida y familiar frente a su medio de trabajo: un micrófono.