El sueldo en la entrevista de trabajo: ¿cómo preguntar cuánto vas a cobrar sin que te dé vergüenza?
No es bueno preguntarlo en la primera entrevista ni tampoco esperarse hasta el último momento. El punto intermedio, la tercera o cuarta entrevista del proceso de selección, es el terreno de los buenos negociadores de sueldo
Si las entrevistas de trabajo ya suelen ser máquinas trituradoras de carne de candidatos, imagínate cuando llega el momento aciago. Lo habrás adivinado: hablar de la panoja, la guita, la mortadela; todo eso que nos hace tragar saliva cuando el entrevistador pide que fijemos un salario para negociar nuestra retribución. Puede pasar varios sucesos que alteren el curso del espacio tiempo o nos hagan apretar el esfínter: pedir por debajo de lo aconsejable, pasarse y tirar hacia una banda salarial poco realista o, peor, quedarnos como el Ecce Homo, traspuestos y sin respuesta.
Si no es el capitalismo el que te ha convencido que está mal hablar de dinero, ya lo habrás hecho tú dando todos esos rodeos. ‘Verá puede pagarme en monedas de chocolate, ya me encargaré yo de conseguir convertirlas en dinero real’.
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Te contamos cómo puedes abrir este melón y cuándo ha llegado el momento de preguntar por cuánto vas a cobrar.
Identifica tu banda salarial
Para esto, puedes ayudarte de las asociaciones profesionales, que a menudo publican datos sobre salarios medios, deseados y justos. Estos valores pueden servirte como guía para identificar qué escala salarial es la tuya, según tu formación académica, tu experiencia profesional y la calidad de tu trabajo.
Existen también los convenios colectivos, otra de las referencias básicas para que un empresario con dulces caninos de vampiro no intente chuparte la yugular en la negociación del contrato.
Compara ofertas en los portales de empleo, pregúntale a otros profesionales de confianza que puedan revelarte los pormenores económicos de sus contratos, estudia las ofertas salariales de la competencia, y con todos estos datos, fija un sueldo con el que vayas a estar dispuesto a negociar una vez pases la entrevista y se de obligado cumplimiento abrir ese melón.
¿Puedo preguntar por mi sueldo en una entrevista de trabajo?
Por supuesto que puedes, cuando llegue el momento y de forma discreta, si es que el responsable de recursos humanos no da el paso. Dice tan poco y mal de ti evitar este asunto hasta que sea demasiado tarde, como del empresario que da rodeos y te enreda dialécticamente en los beneficios simbólicos de trabajar en su granja de órganos humanos.
Se aconseja plantear nuestro salario en una banda anual bruta (pongamos: 25000 euros). El ‘precio’ que va a pagar la empresa por ti por proyecto o año.
Prepárate para un entrevistador ambiguo
Si el entrevistador quiere fijar las reglas del juego con transparencia, quizá te pregunte por tu salario anterior o tus expectativas a partir de la segunda entrevista. Si la empresa es dura negociando, aplazará todo lo posible el momento de levantar esa carta.
Una respuesta ambigua a la pregunta del sueldo que esperamos cobrar da muy mala imagen, sin contar con que todos deberíamos dar de una vez un paso al frente y empezar a hablar de dinero con una mayor transparencia de lo que lo hacemos habitualmente. Muchos expertos aconsejan apartar la pregunta sobre el sueldo para la tercera entrevista y no parecer tan interesados desde el principio, porque el responsable de recursos humanos puede interpretarlo como un signo de puro interés económico que no valora otros aspectos intangibles pero enriquecedores del puesto.
No esperes hasta el final
El salario es un marco simbólico de respeto entre una empresa y el candidato a un puesto. No tiene sentido prolongar demasiado la respuesta a la pregunta: pasar el calvario de una cuarta o quinta entrevista, responder todo tipo de preguntas y pruebas, apretar los órganos y seducir con artimañas al que nos va a contratar si, una vez superado ese viaje alucinógeno, la empresa ofrece un salario muy por debajo de lo que tú consideras justo. No lo agradeces tú, ni tu autoestima.
Flexibiliza en el umbral de negociación
Tanto tú como tu entrevistador tenéis que tener mano izquierda en la banda salarial, la que pides y la que ellos ofrecen. Es bueno saber el mínimo a partir del cual no bajarás para así establecer un punto intermedio que te permita negociar.
También es importante que en el tono de tus respuestas y en la explicación de tus expectativas salariales quede claro que estás dispuesto a llegar a un acuerdo con la empresa, en caso de que la cifra planteada supere la retribución que están dispuestos a ofrecer o, por el contrario, negocien a la baja.
Si somos demasiado taxativos con el sueldo que esperamos ganar, el entrevistador no tendrá posibilidades de negociarlo en caso de que la empresa se plantee contratarte, y buscará otro perfil con más cintura.
Si somos serviles y sumisos, como en toda buena partida de póquer, gana la banca. Por eso es importante fijar una buena horquilla salarial. Hará que nos identifiquen como negociadores con cintura que conocen los entresijos de su mercado y, al mismo tiempo, sabremos identificar si el salario que ofrece la empresa está muy por debajo de lo que se paga en el mercado por un puesto de responsabilidades y características similares.
‘Mis expectativas salariales están entre 18000 y 23000 euros. Para mí depende mucho de la responsabilidad y exigencias del puesto que ofrecéis’.
Piensa que la empresa ya sabe más o menos lo que está dispuesto a pagarte. Ellos también manejan su propia banda salarial, y subirán o bajarán en función de cómo se desarrolle vuestra negociación y su interés por ti, que irá aumentando según pases las diferentes cribas. A partir de la tercera o cuarta entrevista es buen momento para plantear el tema del sueldo con naturalidad.