Ellas defienden la visibilidad lésbica: “Formamos parte de un colectivo con una historia y cultura riquísimas”
Celebramos el Día de la Visibilidad Lésbica con Arantxa Echevarría, Mili Hernández, Rocío Saiz, Brigitte Vasallo, Gominuke y Clara Morales
El Día de la Visibilidad Lésbica reivindica la igualdad de derechos para las mujeres lesbianas
"Todos los días deberíamos sentirnos orgullosas, pero me alegro de que haya un día que nos visibilice". Quien habla es Rocío Saiz, cantante del primer grupo de lesbianas orgullosamente visibles de España, Las Chillers, y mitad del más reciente dúo Monterrosa. Como ella, las lesbianas de nuestro país cada día tienen menos reparos en mostrarse tal y como son aunque no siempre ha sido fácil: "todavía estamos en la primera fase, luchando como mujeres para poder después luchar como lesbianas. Esa doble lucha al final es agotadora, pero era necesario poder reivindicar nuestro espacio en el colectivo LGBTIQ+ y en el mundo".
Hoy, 26 de abril, celebramos un nuevo Día de la Visibilidad Lésbica, una jornada para poner atención en esta comunidad que, como toca, tendrá que conmemorar su día en casa. Si alguien ha sido buena testigo de los cambios en los derechos y la presencia de las lesbianas, es Mili Hernández. Cofundadora de la librería Berkana en Madrid, espacio fundamental de la construcción de la comunidad LGTBIQ+ en la capital, reconoce que "hay mucha mayor visibilidad que cuando yo legué a Madrid en el 93, que éramos media docena, por decirlo así. Desde hace unos años hemos perdido el miedo, la ley de matrimonio igualitario supuso sin duda un punto de inflexión. Las lesbianas lo agradecimos, no solo por el derecho a casarse, sino por el hecho de ser reconocidas. Muchas lesbianas, por lo que oía en la librería, por fin se sentían respetadas".
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La periodista Clara Morales, actualmente en la redacción de InfoLibre, considera que este día "sirve para reivindicar algo que puede parecer muy poquita cosa. Sirve para decir que existimos. Que las mujeres lesbianas no somos ni monstruos ni fantasías eróticas ni rarezas, sino seres humanos con derecho a tener una vida libre de discriminación, de violencia y de miedo. Históricamente, las mujeres lesbianas hemos tenido que elegir la sombra y el silencio como mal menor para defendernos de la misoginia y la homofobia, pero esa estrategia nos ha dejado también un daño irreparable. Este día sirve para recordar y para recordarnos que tenemos derecho a decir quiénes somos y a que hacerlo no sea un acto de valentía".
La generación de la youtuber Gominuke se ha criado en una país con derechos para el colectivo, pero eso no quiere decir que no sea consciente de su pasado. "Históricamente, el afecto entre mujeres se ha visto como algo normal, cosas entre amigas", reflexiona, "por lo que ver a dos chicas acariciándose o cogidas de la mano ha pasado más desapercibido ante las sociedad. Es cierto que no hemos sido perseguidas tan violentamente a nivel físico como otras letras de la comunidad, pero sigue siendo muy violento el acoso sexual que recibimos las parejas lésbicas. Hemos sido sexualizadas por los hombres heterosexuales, como objetos para su disfrute. Hay muchos temas que aún nos quedan por hablar, discutir y visibilizar".
Coincide Hernández: "cuando las lesbianas no éramos aún visibles, nuestra existencia podía ser, en cierto sentido, cómoda. Dos mujeres viviendo juntas no se veía del todo mal, podían ser dos amigas compartiendo piso. Dos chicos viviendo juntos siempre levantaban muchas más sospechas. No hemos sufrido tampoco la agresividad en la calle tanto como los gays. Pero eso, en un momento dado, nos ha perjudicado como colectivo, porque nos ha vuelto más acomodaticias. Tampoco hay que olvidar que la sexualidad del hombre no solo no era cuestionada, sino que se alentada desde adolescentes, mientras a las chicas nos tenían metiditas en casa sin posibilidad de emancipación. Esta conjunción de elementos provocó que fuéramos más lentas a la hora de ser visibles".
Necesidad de referentes
Cuando Arantxa Echevarría, ganadora del Goya a Mejor Dirección Novel por la cinta 'Carmen y Lola' (que narra el romance entre dos adolescentes gitanas) estaba en el instituto, "los referentes eran escasos y similares entre sí, normalmente mujeres bastante masculinizadas como Martina Navratilova. Más tarde, cuando empecé a indagar por mi cuenta, descubrí a AnaÏs Nin y Simone de Beauvoir. En el terreno audiovisual, siempre que aparecía un personaje lésbico en una película, era rechazado por la sociedad, vivían historias tristes e incluso acababan suicidándose. Ahora hay referentes diversos y reales, y una chavala de 10 o 12 años puede verse reflejada de múltiples maneras".
Mili Hernández marca un punto de inflexión en la representación de las lesbianas en la televisión: la serie 'The L World', emitida de 2004 a 2009. "Fue toda una revolución" rememora, "en la librería nunca hemos tenido tantas lesbianas como cuando se editó la serie en DVD, en edición americana porque aquí no se emitía. Después se la ha criticado porque en la serie todas eran guapas y felices, pero creo que llegó en un momento en el que era importante mostrar que las lesbianas podíamos ser guapas y felices".
"En la ficción, las lesbianas solíamos ser algún destello aquí y allá; si parpadeabas, te lo perdías", bromea Clara Morales. "Para mi generación 'Hospital Central' fue una especie de revolución... pero en mi casa no se veía, qué le vamos a hacer. Recuerdo haber visto 'The L Word', ya de adolescente y habiendo salido del armario, y preguntarme ante esas mujeres ricas y sexys y rarísimas: ¿Pero las lesbianas son así? Creo que las chicas que hoy entran en la adolescencia sí los tienen, aunque sigan siendo escasos. Qué no habría dado yo por tener 'La llamada' a los 14 o 15 años, por ejemplo".
Gominuke también halló en la pequeña pantalla los primeros espejos donde mirarse. "Mi primer encuentro con personas LGTBIQ+ fueron personajes de 'Will & Grace', pero eran hombres homosexuales. Ahí es cuando empecé a pensar: ¿eso significa que también puede haber parejas de dos chicas? Tenía 14 años". La evolución de la presencia de la diversidad sexual en el cine y la tele, quiere pensar, ha cambiado. "Ya no nos vale que simplemente haya una lesbiana de fondo o que se diga de pasada. Necesitamos referentes que realmente aporten, que no sean más que clichés y puedan ser protagonistas".
Las adolescentes ya no se plantean salir del armario, porque no crecen dentro de él
El efecto de esa visibilización es evidente. "Las adolescentes ya no se plantean salir del armario, porque no crecen dentro de él”, reflexiona Hernández. "Tengo sobrinos y sobrinas y el armario les suena a antiguo, ya no se plantean ocultar a sus padres su orientación sexual. Esto por supuesto no es universal, pero en general es mucho más fácil, porque han nacido en un mundo donde gays, lesbianas y personas trans que no se ocultan. Ese mundo nos tocó construirlo. Durante mucho tiempo pensé que las únicas lesbianas del mundo éramos Martina Navratilova, Mari Trini y yo. Eso afortunadamente no va a volver a pasar, nadie va a volver a sentir esa soledad".
Frente a la homofobia
Rocío Saiz es abierta a la hora de hablar del efecto de la homofobia, interna y externa, en su vida. "La sufrí mucho en el colegio, y fue todavía peor en el instituto. Incluso después me seguía afectando; yo quería ser actriz y no me presenté a la RESAD por si pensaban que era demasiado marimacho. No sé que hubiese pasado sin ese miedo que me invadió en ese momento. De hecho, son muchos los momentos en los que he sentido miedo, tanto como artista encima de un escenario como antes de serlo".
"Me han escupido, me han insultado, me han llamado bollera de mierda… Porque yo jamás me he ocultado, lo he llevado con una naturalidad que me sorprende a mí misma vista desde mis 50 años", confiesa Arantxa Echevarría. "He vivido en una familia abierta, donde había respeto. Ni siquiera salí del armario como tal, simplemente llevé a mi novia a casa. He pasado varias situaciones de miedo, sobre todo grupos de chicos que se envalentonan".
Para Gominuke, "uno de los mayores miedos que tiene una al salir del armario es que las personas a las que más quieres no te entiendan y te rechacen y, por desgracia, me pasó. Mi madre en un principio no lo entendió en absoluto, pero ha hecho un trabajo introspectivo enorme y ahora solo quiere que sea feliz. Vamos, que mi madre ahora es fan de mi novia, ¡y necesita que la boda sea ya! Duele, pero muchas veces hay que dar tiempo y comprensión a los que se han criado en un entorno que entiende la homosexualidad como algo negativo".
Visibilidad, pero no a cualquier precio
Brigitte Vasallo es profesora, escritora y filósofa. Cuando tantas cosas parecen conseguidas, la autora de 'Pensamiento monógamo'. Terror poliamoroso se cuestiona sobre las condiciones que han formulado esa lucha. "Me incomoda una visibilidad que nos anime a parecer ‘buenas chicas’: jóvenes, delgadas, universitarias, sonrientes a toda costa y preocupadas por si tenemos o no tenemos novia. Me interesa una visibilidad que explique, de maneras distintas, que ser lesbiana es una incorrección de género en todo su sentido, un error en un sistema erróneo". Considera que "hay que vigilar en cada colectivo LGTBIQ+ que no se reproduzcan las dinámicas de validación y liderazgo masculino, y que no se reproduzcan las dinámicas aprendidas del mundo ‘normal’. Porque esa norma es el problema".
En su posición dentro del movimiento feminista, Vasallo explica que "las lesbianas rompemos uno de los pactos básicos del sistema sexo-género binario, que es el pacto que dice que solo existen hombres y mujeres, que son complementarios, y que se desearán para formar una pareja, que ese será el final del cuento". Sobre la doble opresión de ser mujer y lesbiana, añade: "cuando vas por la vida no eres lesbiana + mujer, sumada a todas las otras cosas que eres. La pensadora Monique Wittig incluso afirmaba que las lesbianas no somos mujeres, porque ser mujer se define a través de la relación de subalternidad con la identidad hombre. Es una idea reveladora que en absoluto es incompatible con la idea de que sí somos mujeres. No se trata de excluir ideas, sino de darles complejidad".
La heterosexualidad sí que necesita que le echemos un cable, que está la cosa bastante jodida
Y concluye: "cuando se me pregunta a mí, personalmente, qué necesitamos las lesbianas, acostumbro a contestar que yo solo necesito que me dejen en paz. La heterosexualidad sí que necesita que le echemos un cable, que está la cosa bastante jodida. A nosotras... si nos dejasen en paz ya sería un gran logro".
Mirando al futuro
"Ahora mismo estás confusa y asustada, pero te prometo que no va a ser así siempre. Poco a poco te vas a hacer a la idea, y poco a poco vas a vencer el miedo de demostrar quién eres. En ese momento, vas a encontrar lo más valioso de tu vida: el amor propio". Ese es el mensaje que Gominuke mandaría a su yo adolescente, si pudiera dejar el recado en el contestador del apartamento donde se crió en Benidorm.
"A mi yo adolescente le diría que toda esa culpa ponzoñosa que siente no es, como cree, la evidencia de ser defectuosa, sino el resultado del daño que le están haciendo otros", confiesa Morales. "Le diría que forma parte de una genealogía de mujeres que se atrevieron a ser quienes eran, y que no está sola. No sé si podría servir para algo lo que tenga que decirles a las adolescentes que pasen por eso ahora, porque seguramente lo están haciendo mejor que yo. Les diría que somos muchas, muchas más de lo que parece, que les espera mucha felicidad, y que forman parte de un colectivo combativo con una historia y una cultura riquísimas, que pasen sin llamar”.
"Soy optimista y quiero creer que las cosas han cambiado y que las estamos cambiando", afirma Rocío Saiz, "si algo tengo claro de todo esto, es que he aprendido muchísimo y sigo aprendiendo. Creo que ese dolor con el que crecimos te hace desarrollarte, hace brotar una sensibilidad diferente a los demás y te hace percibir el mundo de otra manera. Pero eso no justifica que nadie sufra lo que hemos sufrido".
"Queremos igualdad y normalización", reclama Echevarría. "En los últimos años ha mejorado, pero no es suficiente. Recuerdo la búsqueda en vano de referentes cuando empecé a entender que era lesbiana. Ahora, estas libertades que nos han dado las leyes –la aprobación del matrimonio fue crucial porque pasaron a recoger nuestra realidad– se han reflejado en la calle: si estoy en la ley, me tienes que respetar". Algo en lo que coincide Mili Hernández:"la visibilidad es lo que nos ha cambiado la vida a las personas diversas. No solo a nivel social, también político. Sin la visibilidad que logramos a finales de los 90 no hubiera habido matrimonio. Teníamos que conseguir que la gente nos conociera: que nuestras madres, nuestras tías, nuestras vecinas del quinto supieran quiénes éramos, y mandarles un mensaje claro. Somos mujeres, igual que vosotras, con una orientación sexual distinta pero absolutamente normales, con los mismos derechos".
La autora de 'Carmen y Lola' recuerda "ser la chica más desgraciada con 17 años, pensando que nadie me iba a querer. Me metía en la cama llorando. Era diferente, y no conocí a alguien como yo hasta la universidad. Esa soledad era abrumadora. Yo me imaginaba haciendo películas, viviendo con mi pareja y teniendo hijos. Y lo he conseguido todo. Me encantaría poder volver a ese momento y decirme: todo va a ir bien, vas a conseguir lo que quieres. Mi película es ese abrazo a las adolescentes que siguen viviendo ese momento, para que sepan que no están solas".