"Trabajaba como freelance para varias editoriales y me sentía algo perdida. Mi pareja de entonces estaba sentada al lado. Esa noche volví a contarle el rollo de siempre de mi sueño y entonces me dijo: "¿Pero por qué no lo haces ya, Sol?". Al día siguiente empecé. Creo que tenía muy claro lo quería hacer, pero necesitaba que alguien me impulsara. Además, me va la marcha", explica riendo.
Hay momentos así. De disparo y giro. Quién sabe, quizá tú también tengas tu sueño, que como Salama acaricies (o te pinches con él) cada noche, y leer esta entrevista sea un trampolín. ¿Te imaginas? Decisiones bomba por efecto contagio. Por si te ayuda, a ella le está yendo bien en este primer año de locura. Ha vendido toda la primera edición del debut, 'La Azotea', y vuela solo 'La memoria del aire', el segundo de seis que tiene en mente lanzar a lo largo del año que viene. "Elegí estos dos para salir porque pellizcan y tratan temas que duelen sobre los que quiero que se hable sin pudor", dice.
Lo mejor de este tiempo de leer cientos de manuscritos, bucear en catálogos internacionales y buscar bajo las piedras nuevas voces, lo tiene claro: "No me esperaba para nada la preciosa acogida que Tránsito ha tenido en los medios, en las librerías y en las redes sociales. Es abrumador y me siento feliz", explica. Y también lo peor, además del estrés de ser la única responsable de casi todo: "he tenido que aprender sobre la marcha a ser consciente de la liga en la que juego, ya que he tenido que renunciar a libros que tenía ya casi contratados porque editoriales más potentes han ofrecido anticipos mucho más altos que los que yo puedo ofrecer. Debo ser cauta".
¿Por qué mujeres?
Sol, como todas, leyó durante un tiempo sobre todo hombres. En el colegio, en el instituto, en la facultad, casi todos los referentes literarios acababan siendo señores. Hasta que un día, otro día, no sabemos si en pijama o no, se hartó. "¡Con las magníficas escritoras que ha habido y que hay!". Y se puso a buscarlas. Quería leerse en otras miradas.
Así que no es de extrañar que su editorial siguiese por ahí: "Me pone la literatura escrita por mujeres que flota entre lo ficticio y lo real en primera persona", explica. Pero enseguida puntualiza: "Mis autoras no hacen literatura 'femenina' ni literatura 'para mujeres', que muchos llaman de forma despectiva. En sus libros están los grandes temas de la literatura (la muerte, el amor, la soledad y el miedo), pero, además, se detienen a narrar lo que nos concierne a nosotras. Ser madre o no, la violencia que significa ser mujer, la prostitución, los afectos, los silencios familiares. Todo eso a lo que no le prestábamos suficiente atención antes”.
¿Y la pasta?
Si alguien se lanza a una aventura como esta, llena de ideales voladores (algunos de ellos imposibles de pegar a tierra por su propio bien), tampoco se puede olvidar de que un editorial es, al mismo tiempo, un negocio. Al final hay que vender los libros que se editan.
"¿Que qué es más necesario, el dinero o las ganas? Cuando creas un proyecto así, el trabajo es 24/7, con lo que si no hay muchas ganas, no hay proyecto. Por otro lado, sí se necesita un capital inicial que no es tontería, pero este depende de las ambiciones y expectativas de cada cual. Hay que guardarse una reserva por si todo sale mal, pero espero poder vivir de esto ¡y hasta tener vacaciones en algún momento”, dice de risas.
Y mientras ese tiempo de calma tras el ciclón llega, intentamos concederle tres deseos a Salama. "Uno, poder publicar a Clarice Lispector o Unica Zürn. Dos, larga vida a Tránsito. Y tres, empezar a disfrutar al máximo de todo esto tan bonito que me está pasando, que con tanto curro a veces cuesta", pide.