Cansada de que a las poligoneras se las reconozca solo por los aros de oro, el efecto lifting de su cara tras sus tirantes coletas, el uso continuo del chándal y las uñas extralargas, una estudiante de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) ha querido dar una lección de historia, homenajear a sus antepasados y de paso también, ¿por qué no decirlo? desterrar el mito que ha dado lugar a un estereotipo ya algo rancio.
Si hay que decirlo, se dice. Hemos tratado un poco mal a las poligoneras, aunque haya sido solo por puro desconocimiento. Suerte que esta canaria universitaria estaba ahí para abrirnos un poco la mente y que todos pudiéramos aprender en el más amplio sentido de la palabra el concepto de 'ser poligonera'. Su trabajo de fin de grado ha sido el que ha terminado por darnos un zasca épico.
Y esto es así porque Iris Rodríguez nos ha sacado los colores sin pretenderlo y su trabajito nunca mejor dicho le ha costado. Esta chica de 24 años a través de su TFG no solo ha logrado una matrícula de honor, sino que también ha plantado batalla a la ignorancia de mucho tiempo para empoderar a las poligoneras y reivindicar por ellas su auténtico sitio en la historia.
El alma y significado del concepto. Y más allá de los kilos de gomina, los tatuajes en las lumbares de leopardo o mariposas en su defecto y el "ejque" tan representativo hay un significado con mucha carga social para describir a las auténticas mujeres poligoneras. Una pasado importante y bonito del que ella ha cogido el testigo y ha hecho su propia lucha.
Para ello ha tirado de horas de archivo y ha colocado en el centro de todo a las mujeres que dieron lugar a un importante movimiento vecinal en el Polígono de Jinámar entre 1980 y 1987, que se hacían llamar poligoneras. Su tierra. Lejos de lo que podríamos imaginar, aquellas mujeres salieron a la calle en un tiempo en el que no se las tenía en cuenta para reivindicar una mejor vida para ellas y sus hijos.
Gritaron en manifestaciones y propiciaron huelgas. Estuvieron siempre en primera línea con tal de conseguir agua, luz, transportes, parques o colegios para su barrio y hogar. Sin embargo, la historia las dejó de lado y figuró solo el papel del hombre en esta lucha hasta que Iris se ha encargado de darles voz a través de su trabajo. Un esfuerzo que le ha valido no solo una Matrícula de Honor, sino también nuestro gran aplauso por ampliar también nuestras miras con su gesto.
Son muchas las razones que le han llevado a dar el verdadero valor a la palabra poligonera y centrarse en este tema. En sus propias palabras como ella misma comenta: "En un primer momento, porque mi abuela participó en el movimiento vecinal y crecí oyendo como nació, lo que sufrieron y como lucharon para conseguir que Jinámar pudiese tener las infraestructuras necesarias para vivir. También porque soy de Jinámar y quería hacer algo sobre el lugar al que pertenezco. Pero sobre todo, porque las investigaciones que se han hecho sobre espacios socio-urbanos de exclusión siempre son desde una perspectiva androcéntrica, donde el protagonista es el hombre, y yo quería hacerla desde una perspectiva de género, buscar a estas mujeres y hacerles entrevistas, que me comentaran su experiencia".
Desde una perspectiva de género que no imaginaríamos 'Poligoneras. Mujeres en el Movimiento Vecinal del Valle de Jinámar' ha servido para dar su lugar a estas mujeres que pelearon duro por sus derechos. Y es que por mucho que el tiempo las haya ido apartando de la línea de fuego, siempre habrá hasta un diez en juego y un TFG para revalorizar los chándales de las princesas del pueblo.