Margaryta Yakovenko: "Racismo también es que para solicitar algunas becas la primera condición sea tener nacionalidad española"
Margaryta Yakovenko ha escrito su primera novela: un relato en primera persona sobre la experiencia de ser migrante
"Si alguien que lea el libro aún piensa que existen unas ayudas (o paguitas) específicas para los migrantes, entonces no ha entendido absolutamente nada"
En 'Desencajada' Yakovenko reflexiona sobre la identidad y trata de reflejar de las dificultades y angustias a las que se enfrentan distintas generaciones de migrantes en España. En Yasss hemos hablado con ella
Margaryta Yokovenko (1992) emigró desde Ucrania hasta un pueblecito de la costa de Murcia junto a su familia con la suficiente edad para recordar el viaje y el proceso. Tenía siete años. Unos 20 después, tal y como explica la periodista, tras darle muchas vueltas al tema de la migración buscando historias “que no fuesen documentos de estadísticas o titulares contra los migrantes”, cuando tuvo la oportunidad de publicar su primer libro, no dudó en que esa sería la primera historia que quería relatar: “la de qué significa ser migrante en un mundo en el que aún hoy te exige identificarte con un país o una nacionalidad”.
Yakovenko concibió 'Desencajada como una forma de poner sobre el papel historias, recuerdos y pensamientos sobre la migración que llevaban unos cinco años gestándose en su cabeza. En la novela, relata con honestidad las dificultades a las que se enfrenta una familia que abandona su lugar de origen para asentarse en otro país en busca de un futuro mejor a través de la voz de la hija, Daria, una joven de veintisiete años. Además, también comparte un mix de sentimientos y situaciones como la desesperanza, la alegría al recibir un permiso de residencia, la nostalgia, la sensación de desamparo o la soledad, por los que pasa la protagonista y con los que seguramente se sentirán identificadas muchas personas que también hayan pasado por esta experiencia.
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Daria no es ucraniana pero tampoco española, aunque nació en Ucrania y haya conseguido la nacionalidad española tras veinte años viviendo aquí. ¿Es posible sentirse de “aquí” y de “allí” a la vez? ¿Qué significa realmente ser de un país? En Yasss hemos hablado con la autora de la novela por mail sobre la búsqueda/pérdida de identidad que viven las personas migrantes cuando tratan de fluir entre dos culturas, sobre el duelo migratorio al que se enfrenta alguien a la hora de perder su lengua, la cultura, amigos y familia, etc., sobre cómo afecta todo esto a nivel psicológico o por qué el racismo institucional duele tanto como el social.
La historia de Daria, la prota del libro, es bastante similar a la tuya. ¿Cuánto de ti tiene Daria? ¿Te ha removido “algo” escribirla?
Por supuesto que Daria tiene algunos recuerdos míos que he usado para que su historia fuese más veraz pero, aunque podría ser yo, no soy yo. Ciertos fragmentos y pensamientos que ella tiene, los he tenido yo, aunque su comportamiento y su personalidad se alejan bastante de la mía.
Daria se pregunta cómo explicarle a alguien que solo ha leído de los migrantes en los periódicos cómo se siente realmente. ¿Te llegaste a plantear algo parecido cuando escribiste el libro? Tú también has sido migrante y es posible que muchos lectores sólo conozcan la migración por las noticias...
Intento explicar muchos sentimientos y situaciones en el libro. La desesperanza, la alegría de recibir un permiso de residencia, la nostalgia, la sensación de desamparo, la soledad… creo que alguien que no ha tenido experiencias migratorias no conoce realmente lo que supone, los riesgos a los que te enfrentas o el nulo acompañamiento que tenemos los migrantes cuando venimos “a buscarnos la vida”. Si alguien que lea el libro aún piensa que existen unas ayudas (o paguitas) específicas para los migrantes, entonces no ha entendido absolutamente nada.
¿Crees entonces que la experiencia migratoria solo la entiende alguien que haya pasado por ella?
Sin duda, sí. Igual que alguien que no ha visto la muerte no entiende el duelo. Aquello de ponerse en el lugar del otro solo funciona si en algún momento has estado realmente en ese lugar.
Emigraste aquí “con la suficiente edad para recordar el viaje y el proceso”. ¿Qué supuso para ti migrar?
La oportunidad no elegida de una vida mejor de lo que mis padres creían que iba a tener en el lugar en el que nací. Esa sería la respuesta corta. La larga tiene 122 páginas.
Alguien que no ha tenido experiencias migratorias no conoce realmente lo que supone
“La enfermedad que se contrae durante o después de la migración se llama síndrome de Ulises y consiste en un sentimiento profundo de desesperanza y frustración por el fracaso del proyecto migratorio o por la percepción de que por muy integrado que estés en un país, siempre serás extranjero”. El concepto de identidad y el sentimiento de pertenencia es algo sobre lo que reflexionas mucho en la novela. ¿Es posible sentirse española y extranjera a la vez?
Muchas veces me he preguntado qué significa ser española exactamente. Igual que me pregunto qué significa ser ucraniana. Qué significa ser de cualquier país, de cualquier nacionalidad. ¿Ir con ese país en los Mundiales de Fútbol? ¿Llevar una pulsera con la bandera anudada en la muñeca? ¿Compartir una lengua? Muchos hablamos inglés y solo consumimos productos culturales de EEUU y no se nos ocurre considerarnos estadounidenses. ¿Qué es entonces la nacionalidad? ¿Un sentimiento de pertenencia al grupo? ¿Por qué es más importante en algunos países la sangre que el lugar en el que has nacido? No sé si es posible sentirse de aquí y de allí a la vez. Primero habría que ver qué es “aquí” y qué “allí”.
¿Crees que se tiene en cuenta el impacto psicológico de la migración a nivel social tanto en la sociedad que integra, como en las personas que quieren integrarse?
Creo que en general, las consecuencias psicológicas de cualquier persona se tienen muy poco en cuenta en las sociedades actuales. Lo hemos visto durante la pandemia, sin duda la salud mental es la que se ha dejado caer, la que han dejado de lado. Había que salvar vidas humanas. Pero una mascarilla no evita que una persona que viva sola y aislada acabe suicidándose por la angustia, la ansiedad o una depresión agravada con el confinamiento. La salud mental sigue estando en el último lugar de la lista de los servicios de salud, tanto si es para migrantes como para ciudadanos nacionales.
En el libro hablas de racismo institucional. Daria tarda 9 años en conseguir la nacionalidad española después de pagar 1.500 euros a unos abogados para que les sacara los papeles de la mesa del juzgado. ¿Este trámite es habitual?
Es tan habitual que incluso hay bufetes enteros de abogados especializados en llevar este tipo de casos.
Y sobre racismo o microrracismo social, ¿también lo has vivido?
¿Qué entendemos exactamente por microrracismo? ¿Un racismo aceptado socialmente? Creo que no existe el microrracismo igual que no existe el micromachismo. Esos términos acaban por pervertir el lenguaje y quitarle importancia al sufrimiento de una persona que está siendo discriminada. Es racismo sufrir una agresión en el metro por ser negro y es racismo que en algunas becas la primera condición para solicitarlas sea “tener la nacionalidad española”. Ambas duelen.
En 'Desencajada' también compartes las dificultades económicas y la pérdida de estatus a la que se enfrentan los migrantes cuando llegan a un país. En este caso el padre de Daria es ingeniero y la madre enfermera pero en España él trabaja de albañil o de guarda de seguridad y ella empaquetando limones, sirviendo helados y limpiando casas. ¿Sigue mereciendo la pena el cambio?
Hay países donde un médico pasa hambre y un taxista gana lo suficiente para comer. Creo que la pérdida de estatus no se tiene en cuenta cuando la nevera está vacía. Además, ya hemos visto durante la pandemia qué trabajos son los realmente imprescindibles y quiénes se podían quedar en casa y quiénes no porque si no la economía colapsaba. A más de uno se nos ha dado una gran lección de clase: los países se sostienen desde abajo.
Si el lugar en el que nacemos y nos criamos nos forja, a mí me forjó la soledad. Si el lugar en el que nacemos y nos criamos nos forja, a mí me forjó la nostalgia. Si el lugar en el que creces y te crían te forja, a nosotros nos forjó el camino
“Es un secreto a voces, entre los peregrinos y otros teóricos de esta vida viajera, que te vuelves adicto al horizonte”. Al inicio del libro utilizas esta frase de Anne Carson que luego suscribes: la huida como modo de vida. ¿Podrías desarrollar un poco la idea?
Jaja. Creo que si lo hago, ¡revelo el final del libro!
Por último: ¿qué consejo le darías a aquella Margaryta de siete años que estaba a punto de coger un avión y dejar Ucrania?
Uno que puede servir a la Margaryta de cualquier edad y en cualquier situación: sobre todo, no tengas miedo.