Por qué no queremos que se ponga de moda el 'Festival Gigante' de Guadalajara
No sé si soy yo que me estoy haciendo mayor para los festivales o es que la idea principal de lo que debería ser una “experiencia festivalera” se está desvirtuando. Y no, no me refiero al boom festivalero que se está viviendo en España, donde no paran de nacer festis sin raíces, como explica de forma bastante acertada este artículo de Esquire refiriéndose al MadCool. También existen otros festivales que nacieron persiguiendo un objetivo, como por ejemplo el Sonorama, que siempre ha buscado fomentar la visibilización del indie español, en los que se está perdiendo la esencia. En este último caso, la culpa no la tiene la organización, sino el aumento considerable del aforo y que se haya puesto muchísimo de moda (¿verdad que todo tu instagram estaba allí este año?) arrastrando a gente que le da bastante igual la música y lo que es peor, que lo demuestre en los conciertos: no paran de hablar o de retransmitir por el móvil el concierto íntegro, la gente va bastante desfasada y luego además dejan las calles del pueblo hechas una pena. ¿Qué está pasando? Pues lo siento, pero así yo no quiero vivir un festival.
Bueno, pues si a ti también te ha invadido este sentimiento derrotista o quieres iniciarte en un festival pero no te ves en uno muy masificado: tranqui porque todavía quedan festivales como el Gigante que te reconciliarán con la experiencia. Aquí nuestras 9 razones. Por cierto, si quieres ver un resumen rapidísimo de las mejores actuaciones dale al play al siguiente vídeo:
1. Empezando por un factor importante a la hora de ir a un festival: el dinerito. El Gigante es un festival muy asequible para todos los bolsillos y hay buena relación calidad/precio. El precio del abono está bastante bien, al igual que el precio de las consumiciones, de la comida dentro del recinto o de los hoteles. Guadalajara es baratito.
2. Es un festival “pequeñito” que cuenta solamente con cuatro escenarios: dos principales, uno a la salida con DJs (el escenario Vibra Mahou) y otro situado en la zona de restauración que fomenta el apoyo de grupos emergentes. En ese escenario pudimos ver, por ejemplo, a las chicas de ‘Ecléctica’.
3. Cero agobios: Al contar con un aforo “pequeñito” de unas 10.000 personas máximo puedes ver a los grupos en primera fila o muy cerquita sin necesidad de perderte a otros artistas por tener que coger sitio en otro escenario. El aire corre entre la peña, hay espacio y eso se agradece.
4. No es por hacerle la pelota a la organización porque, cuando hay que dar caña la damos, pero cuando las cosas se hacen bien también hay que decirlo: cero colas para entrar o para pedir en las barras, barras bien distribuidas, buena distancia entre escenarios, zona de restauración alejada y bien surtida, mejora considerable de la zona de baños y bastante limpios. Chapeau.
5. El fiestón que se monta a la hora del vermú por las calles de la ciudad. En cada plaza hay escenarios con djs, barras y bastante variedad musical para todos los gustos (desde electrónica a reggaetón, rock o indie). De hecho hay gente que solo va el sábado a Guadalajara a la fiesta en las calles sin comprarse el abono.
6. El público del festival. Parece una obviedad, pero mirar alrededor y ver cómo la gente disfruta en los conciertos y se sabe la letra de las canciones no es algo que abunde últimamente en los festivales de verano. No sabemos si influirá que la media de edad sea un poquito más elevada (más treintañeros que veinteañeros), aunque seguro que ayuda.
7. Los artistas conectan mucho con el público al estar tocando casi en modo sala. Esto facilita que se genere un ambiente bastante íntimo y que bajen bastante a la pista como hizo Bunbury este año.
8. Grupazos y buenas actuaciones. Si tenemos que ceñirnos ahora al terreno musical, el viernes arrancamos con Dorian, que estuvieron pletóricos presentando su nuevo disco ‘Justicia Universal’, disco del que ya nos hablaron en una entrevista para Yasss. El grupo catalán ha recuperado el sonido electrónico en la pista y sonaron muy muy bien los temas nuevos como ‘Duele’, ‘Noches blancas’, ‘La isla’, ‘Hasta que caiga el sol’ o ‘Vicios y defectos’ junto con Maryan de KUVE. Por supuesto, también fueron generosos con los hits de siempre como ‘Arrecife’, ‘La tormenta de arena’, ‘Cualquier otra parte’ o ‘Los amigos que perdí’. Muy a favor de la sonrisa eterna de Belly y del mensaje de agradecimiento de Mark al festival: “la escena indie ha crecido y se ha hecho fuerte gracias a festivales como este”.
Después de Dorian, los "caprichitos de Santiago" tampoco defraudaron. Novedades Carminha pisaban por segunda vez Guadalajara y nos llevaron hacia su particular verbena garagera y de ritmos sabrosones. Minipunto si terminaste en un pogo con la cover de ‘Demolición’ de Los Saicos.
Ya entradita la noche, tocaba cederle el turno a los DJs, primero con una de las parejas que nunca faltan en los festivales: Ellyella, que siguen renovando sesiones y currándose mucho los shows y después turno de Eva A y Xavi B (Eva Amaral y Xabi Blanco) que se encargaron de ponerle el cierre al día en el Escenario Vibra Mahou.
El sábado lo arrancamos con Bunbury, uno de los cabezas de cartel, que despertó mucha nostalgia millennial cada vez que cantaba algún temazo de ‘Heróes del silencio’. El cantante estaba comodísimo y eso se notó cuando bajó varias veces hacia el público para cantar. El cierre con ‘Lady Blue’ fue de echar la lagrimita. Eso sí, hubo un poco de revuelo en el escenario Cocacola ya que, antes y durante el transcurso de este concierto, tuvieron que suspender las actuaciones en vivo y poner música ambiente.
Tras Bunbury, turno de Ángel Stanich y su Stanich Band. Normal que el cántabro lo esté petando fuerte, no paró de bailar y votar ofreciendo uno de los conciertos más enérgicos del festival con su timbre de voz tan peculiar.
El cierre de los conciertos del sábado lo protagonizó Rufus T. Firefly en el escenario principal (bien merecido). Actualmente, los de Aranjuez están ofreciendo uno de los sonidos más interesantes de la escena indie, sus directos suenan increíblemente bien y ver a su batería, Julia Martín, es un auténtico espectáculo. Probablemente, después de Eric de Los Planetas, sea la mejor batería de este país y es maravilloso que, en el escenario, se sitúe a la misma altura que su cantante Víctor Cabezuelo (que también es una maravilla verlo en acción). Vivimos un momento mágico cuando las bengalas invadieron las primeras filas mientras sonaba ‘Nebulosa Jade’ y con el cierre apoteósico con 'Magnolia'.
Dicho esto, solo me queda desear fuerte que no se ponga muy de moda y que la organización no amplíe demasiado el aforo para que no se desvirtúe la esencia del festival porque, realmente, es de los pocos donde uno puede vivir una experiencia de calidad.
*Como en Yasss a digitales y a millennials no nos gana nadie, hemos hecho todas las fotos y los vídeos usando la cámara del móvil o la app que está de moda entre los influencers: 'Huji Cam'. Así somos, predicamos con el ejemplo 'cheap life'.