Sin hacer caso a las apuestas eurovisivas, que fallan más que los barómetros del CIS, analizo los motivos por los que Miki Núñez es el representante perfecto de España en el festival de música más importante a nivel mundial.
Hay quienes creen que Eurovisión es cosa de políticas entre países, que se va a ganar o que el puesto final es lo único que debe importar en una candidatura que dura más de tres intensos meses. De hecho, cada vez que escucho a alguien decir: “bah, ¡pero si se votan entre vecinos!” noto como una hernia se produce en lo más profundo de mi interior, me sale urticaria y hasta siento ganas de ir a por varias toneladas de tilas y manzanillas antes de contestar: “¿acaso opino yo de la Champions, que no tengo ni la más remota idea? Pues tú no uses el nombre de Eurovisión en vano”. Y chimpún.
La actitud de artistas como Beth, El sueño de Morfeo o Amaia dejaron mucho que desear, ya que apenas se involucraron en aprovechar la oportunidad y hacer del espectáculo un trampolín para sus consecuentes carreras profesionales. Sé que estarás pensando “¡pero si ‘Dime’ era un temazo!” o sacarás las uñas por la todopoderosa e intocable Amaia quien, según mi punto de vista, se limitó a hacer lo que le decían y no se dejó llevar ni inundó de entusiasmo a sus fans a pesar de contar con una propuesta insulsa y carente de oportunidad o milagro divino.
Sin embargo, me vienen a la cabeza nombres como Ruth Lorenzo, Barei o Soraya Arnelas, que fueron a darlo todo y a trabajar. Eso sí, hay algo que diferencia a la primera de las intérpretes de ‘Say yay’ y ‘Mi mundo sin ti’: el resultado. Ruth consiguió un Top 10, mientras que Barei y Soraya quedaron en lo más bajo de la tabla. Una pena. ¿Lo merecían? Desde luego que no. Las tres hicieron una actuación impecable, guste más o menos, y contaban con el cariño de la mayoría de los eurofans.
¿Por qué? Por los mismos motivos que Miki y que paso a enumerar a continuación:
El cantante catalán cae bien a todo el mundo. No lo digo yo, lo dicen las redes. Siempre tiene una sonrisa que regalar, un comentario de agradecimiento hacia sus fans más entregados o unas cariñosas palabras hacia sus compañeros que no paran de deshacerse en elogios con el representante. Miki es el novio que todo el mundo quiere y el yerno perfecto, ese al que toda madre defendería antes, incluso, que a su propia criatura. Yo tuve el placer de conocerle en la PreParty y puedo afirmarlo.
A Eurovisión se puede ir de dos formas: a aprovechar la oportunidad o a dejar pasar un tren que, muy probablemente, no vuelva a pasar jamás. Miki lo sabe y ha sido muy inteligente. A pesar de haber sido partícipe de una preselección impuesta y elegido a dedo como quien se debate entre el croissant normal o el integral de una panadería, el cantante se ha tirado de lleno a la piscina y ha dado todo de sí. Tanto, que no hay eurofan que sea capaz de quejarse de su actitud. Es proactivo y cree en lo que hace. BRAVO.
Sobre gustos no hay nada escrito. ‘La venda’ te puede gustar o la puedes aborrecer hasta la saciedad. No obstante, no cabe duda de que es un temazo que hace bailar al menos eurovisivo y anima a cualquiera a bailar. Sino que se lo digan a Bilal Hassani, representante de Francia 2019.
Para los que seguimos el Festival de Eurovisión como el verdadero acontecimiento anual que se trata, que la delegación española no se limite a llevar una escenografía minimalista, barata, con apenas unos juegos de luces y una realización mediocre ya es un triunfo. La victoria es que se tome el trabajo en serio.
Miki, SÍ que has avivado las fantasías. Estamos contigo.
Lo que ereh, lo que ereh ere eeee
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