Claire Legendre y la hipocondría: "El antídoto al miedo es la escritura o el amor"
La editorial Tránsito se adentra en su cuarto libro en los mecanismos de las fobias
A las arañas, a volar, al abandono, a la mirada de los demás, a una enfermedad, al amor, a las alturas, al enemigo que habita en uno mismo… Miedo. Miedo. Miedo. Claire Legendre creyó durante años que iba a morir a los 27, como sus estrellas de rock favoritas, porque una compañera del colegio se lo leyó en la mano siendo adolescente. Al cumplir los 28 y seguir respirando se quedó sorprendida. ¿Cómo era posible? En ese momento comenzó a darse cuenta del soberano poder, también, de "los miedos falsos", esos que son "peores que los verdaderos". Un editor le pidió poco después que fuese enumerándolos todos, interiores y exteriores, en un libro llamado 'El nenúfar y la araña', en el que se están viendo reflejamos muchas más personas de las que se esperaba y que ahora llega a España gracias a la interesante editorial Tránsito.
"La ficción, si crees en ella, puede ser tan peligrosa como la realidad", dice Claire. Estamos en una cafetería en el centro de Madrid, poco antes de la presentación del libro. Al mismo tiempo puede verse, como invocado, el tatuaje de su brazo izquierdo, en el se lee la palabra 'ficción'. "Es que soy una suma de elecciones narrativas", explica con ironía, un toque que ya se percibe en su escritura. Y sigue: "Lo que intento con este libro es comprender mis miedos para reírme de mí misma: el antídoto al miedo es la escritura o el amor".
¿Qué es 'El nenúfar y la araña'?
Un ensayo autobiográfico sobre los miedos donde acabé siendo mi propio conejillo de indias y un intento de desmontar los engranajes de la angustia, las fobias y las inquietudes. El título es un homenaje a Boris Vian y a su novela, 'La espuma de los días', en la que un nenúfar crece en el pecho de Chloé, su protagonista. Creo que es una imagen muy bella. Y la araña representa la forma más sencilla de la fobia al extraño. Es decir, miedo interior, miedo exterior.
¿Cómo definirías la hipocondría?
Es la búsqueda del enemigo dentro de uno mismo, el germen de la muerte, lo que terminará por dominarte y vencerte. La perspectiva de la muerte es tan difícil de aceptar: sabemos que vamos a morir, pero ignoramos cómo. Creo que los hipocondríacos intentan controlar eso, darle sentido a ese final programado precisamente programándolo ellos mismos. O lo que es lo mismo, haciéndose pasar por Dios.
Pertenecemos a una civilización serena, a la que no amenazan ni la guerra ni el hambre, y cultivamos en nuestro interior los monstruos que nos devoran
Tres miedos del libro que destacarías
Quizá la aracnofobia, que es el miedo al otro; la hipocondría, que es el miedo al intruso en uno mismo; y el miedo a la mirada de los demás, el de ser ridícula o no ser querida por los otros. En cuanto tenemos una vida social, ¿cómo evitarlo?
¿Y tu favorito?
El miedo escénico: el miedo al miedo. Mi padre era director de teatro y actor, muy amigo de Arrabal, que hizo el prólogo de mi primer libro, y yo también hice teatro toda mi infancia. Él me decía: 'Si no tienes miedo antes de subir al escenario, lo tendrás durante, ahí arriba, y corres el riesgo de ponerte a balbucir o de olvidar el texto'. Por eso, cuando no sentía miedo, empezaba a tenerlo…
Tras todo conflicto que se evita, subyace el miedo a los golpes
¿Descansas del miedo en algún momento?
Me las arreglo muy bien. El hecho de ser capaz de retroceder sobre mis propios miedos para hacer un libro sobre ellos es una señal de buena salud.
¿Tu principal miedo en el amor es…?
Estar equivocada. Creo que, como en la enfermedad, existe ese miedo a no saber, a que las cosas se nos escapen. Hay un orgullo herido cuando somos conscientes de algo que no sabíamos, por eso muchas veces nos ponemos en lo peor, para evitar ser cogidos por sorpresa. Esto hace que los momentos de felicidad se echen a perder porque dejamos de verlos.
No conozco más que dos formas de darle sentido a mi vida o de hacerme creer que lo tiene: amar a alguien y escribir libros
"El miedo procede de la culpabilidad", dices. ¿Podrías desarrollarlo?
Con el tabaco, por ejemplo: soy mucho menos hipocondríaca desde que dejé de fumar, porque ya no siento que merezca morir. De la misma forma, si me 'porto mal' en la vida, tengo miedo a ser castigada; esa vieja herencia judeocristiana hace que tendamos a autoinfligirnos los castigos que creemos que merecemos.
¿Todo podría resumirse en miedo a la muerte?
No, pero es evidente que la perspectiva de la muerte influye mucho en nuestra vida. Cada miedo, me parece, lleva consigo esta angustia metafísica y es una versión encarnada de ella.