Lo de Chris Pueyo con su abuela es de las historias más bonitas que me he encontrado. Para él, no hay mejor musa que Carmen, su compañera desde niño, con la que ve por las tardes ‘Sálvame’ mientras come pipas y a la que le escucha desde chascarrillos hasta historias de lo más apasionantes. Ella no es una ancianita convencional. Tiene 74 años, pero usa WhatsApp y tiene perfil de Instagram. “¡Le falta manejar el Photoshop!”, me dice Chris algo asustado porque ve a Carmen capaz de eso y de mucho más.
Esto es así porque estamos hablando de una abuela todoterreno que es la debilidad del joven escritor. Él mismo es el que me confiesa que ya le tocaba escribir sobre el amor después de ‘El chico de las estrellas’ y ‘Aquí dentro siempre llueve’ y tras mucho pensar, llegó a la conclusión de que si tenía una historia de amor verdadero, esa era la de él y su abuela.
Y, precisamente eso es lo que ha hecho con su nueva novela, ‘La abuela’ (editorial Destino). Rendirle un homenaje a Carmen y a todas esas mujeres que, al igual que ella, se reinventaron en tiempos difíciles y dieron amor de madre a sus nietos. Un agradecimiento que se repite palabra por palabra en esta entrevista en la que siento a Chris Pueyo tan cercano como amigo y en la que me confiesa que el lugar del que viene es el mismo al que quiere ir. Algo que a mí me parece que con esta novela, ya ha conseguido.
Desde que empezaste a escribir hasta ahora tu ascenso ha sido imparable. ¿Qué sientes al ver que tu poesía urbana
A mí cuando me dicen que los jóvenes no leen que me lo expliquen porque la verdad es que yo vivo de escribir y ellos me siguen, pero te diría que no son los únicos. Conozco a muchos padres y chicos de mi edad a los que les ha gustado este libro. El secreto es dar en un punto en el que todo el mundo se pueda sentir identificado con algo. Y yo para los poetas soy un autor muy de literatura juvenil mientras que para los jóvenes soy muy poético. Estoy como en terreno de nadie y me siento a gusto así. Tal vez eso sea lo que me hace conectar con bastante gente.
¿Hubo algún chispazo o motivo concreto para que arrancases a escribir? ¿Para que empezase todo?
Te voy a ser mega sincero. En la época de instituto en mi pueblo había un certamen que se llamaba ‘El maestro Miguel’. Si te presentabas, te subían un punto en Lengua. Yo lo hice y escribí un relato que se llamaba ‘Efectos anestésicos’, que era de lo soñaba un chico en una operación luchando contra la muerte. No gané, pero quedé en el segundo puesto del certamen y me subieron el famoso punto (risas). A partir de ahí, me di cuenta de que me gustaba hacer esto y que además lo había hecho bien y seguí escribiendo. Yo no era especialmente bueno en los estudios, pero de pequeño unos se inventan mundos, dibujan o bailan para evadirse mientras a mí me dio por escribir. Eso es lo que marca un poco tu camino porque yo creo que al final somos traumitas de la infancia. Yo me presenté a un concurso literario y perdí, pero eso al final me hizo luego ganar.
En tu primer libro ‘El chico de las estrellas’ hablas de tu infancia, de lo duro que fue la aceptación de tu condición sexual y según has dicho en alguna ocasión “necesitabas curarte de tu vida”, ¿no te dio miedo exponerte tanto?
Eso es algo que me preguntan mucho y lo que pasa es que llevas un proceso tan largo, primero contigo mismo sin escribir, luego escribiendo que cuando finalmente se publica piensas de todo menos en el miedo. Resulta hasta un alivio sacarlo. Es como guardar la partida en un punto que aunque se apague la máquina, tú vas a volver a empezar desde ahí porque es terreno conquistado. Entonces no tienes miedo, tienes ganas. Si esta pregunta me la hubieras hecho hace cinco años te respondería que fue algo complicadísimo. Lo que te salva un poco al principio es que no te crees que tu libro lo vaya a leer mucha gente y al final, ¡mira la que liaste pollito!
En algún episodio de ‘El chico de las estrellas’ ya hiciste mención a esa Dama de Hierro, a esa abuela incondicional, ¿estabas ahí ya haciendo tu novela o estaba en mente esta idea?
No, con ‘El chico de las estrellas’ nunca lo pensé seriamente. La idea me vino después. Tenía que escribir un libro y mucha gente me pedía una historia de amor y a mí ese tema me cuesta mucho. No sé si porque no termino de creerme según qué historias, porque no me ha sucedido nada todavía o porque lo que me ha sucedido no tenía nada que ver con el amor. El caso es que si pienso en mi abuela, ella es amor. Entonces un día decidí que tenía que contar mi historia con mi abuela porque eso sí era una historia de amor poderosa. De hecho, no se me ocurre mejor historia y eso unido a la cantidad de anécdotas que ella me ha contado siempre, me hizo escribir este libro.
Ese fue el famoso 'chispazo lúcido' que te hizo arrancar con esta aventura…
Bueno, todo partió el famoso día en el que fui a comer a su casa y me dijo que había hecho el testamento. Esa frase me removió por dentro. Se me encendió algo. No sé, me dio una especie de inquietud y me dije un libro póstumo, no. Todavía estoy a tiempo.
La verdad es que es un regalo impagable, ¿a ella le ha gustado convertirse en tu musa?
Sí, ella me ha contado gran parte del libro. Lo que ella no había visto ha sido la transformación en novela y el personaje de ella dentro de la historia y sí le ha gustado mucho. Se ha emocionado, aunque también me ha regañado por contar demasiado, pero al final, en un libro trato de no censurarme yo mismo de primeras.
Todos deberíamos homenajear a nuestros abuelos porque son muy importantes y este es un gran regalo que le haces a tu abuela Carmen, ¿qué es lo que más valoras y que sabías que tenía que aparecer sí o sí en este libro sobre ella?
De mi abuela tenía que salir que los martes yo vuelvo a casa, las comidas con ella, las tardes de 'Sálvame' juntos. Yo quería rescatar la vida que tenemos ella y yo. Un poco de nuestra cotidianidad. Para mí era muy importante que fuese algo parecido a un baile entre dos generaciones. Que ella por ejemplo me contase su historia de amor que no es la misma que vivió con 18 años que la que ahora te cuenta con 74. Me parece muy bonito preguntarle de dónde venimos porque al final los abuelos, ellos, son los grandes olvidados y cuando pensamos en historias no hay mejores que esas. Quería reflejar nuestra vida real y también esa España del siglo XX con su crítica hacia temas peliagudos y, ¿cómo lo hago? Dejo en la voz de mi abuela, la experiencia, las palabras exactas porque si ella lo ha vivido va a saber expresar mejor que yo la indignación en muchos casos.
Me queda claro que es la que manda y que no tendrá pelos en la lengua
No (risas), aunque mi abuela tiene poco de abuela y eso mola un montón. Es una mujer que me ha enseñado siempre a practicar mucho la tolerancia y eso es algo que me ha venido muy bien.
¿Qué has aprendido tú al escribir 'La abuela'?
Que el lugar del que vengo es el mismo al que quiero ir. Creo que me parezco mucho más a mi abuela de lo que creía. Y lejos de parecerme mal con 24 años, eso cada vez me gusta más y lo he descubierto escribiendo este libro. Yo a veces me veo en mi casa viendo ‘Sálvame’ como hago cuando estoy con ella. Y eso es o porque llevo un viejo dentro, que es posible, o porque me voy pareciendo cada vez más a la persona que más quiero en la vida. El amor es admiración y, al final, yo estoy enamorado de mi abuela. Todo lo he aprendido de ella.
¿Ella siempre ha sido tu confidente?
Sí, entre mi abuela y yo, hay una relación bastante especial. Ella ha ejercido de madre y padre. De mi familia somos las personas que entre la una y la otra más confían. No nos juzgamos. Procuramos respetarnos mucho. Lo que sí me siento es a veces un poco controlado, pero eso ya sé que es inevitable con una abuela-madre.
¿Crees que este libro es una ayuda para dar su sitio y reconocer el mérito de muchas mujeres que son hoy nuestras abuelas y que tuvieron que hacer frente a una vida difícil y abrirse ellas mismas sus propias puertas?
Sí, este libro es una ayuda, pero han faltado alfombras rojas y condecoraciones para esas mujeres que se hicieron a sí mismas. Yo no voy de abanderado de nada, pero con este libro quiero darle su sitio a mi abuela. Estoy convencido de que no soy el único chaval criado por un abuelo, ni mi abuela es la única a la que le ha tocado cargar con una responsabilidad que no es la suya y que aun así lo ha aceptado con orgullo y con cariño. Si ella ha cuidado de mí en vida, merecía este homenaje en vida y a mí me apetecía darle ese sitio. Y si ahora tengo la oportunidad de escribir libros y a la gente le gusta, pues este era el momento. No sé hasta cuándo puede durar esto, pero yo quería dar las gracias a mi abuela.
Y ahora mira, tu abuela se está haciendo famosa en redes…
Bueno… Mi abuela tiene de todo: WhatsApp, emojis, Instagram, ¡De todo! Yo subo con ella cositas, pero procuro no mencionarla mucho porque al final quiero cuidar la naturalidad, que esté cómoda y esto no vaya mucho más allá. Pero lo cierto es que ella es un todoterreno. No te maneja el Photoshop, pero tiene Instagram, tiene email, WhatsApp y tiene 74 años y creo que eso es algo muy guay.
¡Ya te digo!
De hecho a veces desearía que tuviera algo menos, pero por lo demás está muy bien (risas).
Y tú que tienes tantos seguidores, ¿cómo vives la fama en las redes?
Mira, yo no quiero ser frívolo porque para mí las redes han sido maravillosas. Han sido mi multinacional como para otros muchos autores que hemos nacido en la era de Internet y en nuestra mano está ahora saltar a las estanterías o quedarnos solo en Internet. En mi caso, las redes sociales me han dado muchas más cosas buenas que malas y creo que sería un error criminalizarlas antes de querer aprenderlas a usar bien. La culpa no es tanto del posmodernismo sino de que no vale esconderse detrás de un huevito y de un nombre anónimo para insultar porque yo estoy dando la cara. De todas formas y con todo, yo he nacido de ahí. No reniego y estoy orgulloso de mi gran familia virtual.
Te has ido vaciando poco a poco y con cada trabajo tuyo vamos conociendo una faceta nueva de Chris Pueyo, ¿te quedan pendientes más ataduras o sentimientos que liberar?
Sí, sigue habiendo cosas pendientes. Es curioso porque cuando crees que te lo has quitado todo siguen saliendo cosas nuevas. Sigo teniendo ataduras, complejos miedos e inseguridades y tendría que practicar más la asertividad que es una asignatura pendiente, pero en mi caso los libros me han ido liberando. Yo lo paso peor en el proceso de creación, pero una vez lista la historia, esta ya es de todos para que cada uno coja lo que quiera.
Para terminar, me gustaría preguntarte, ¿cómo animarías a una persona que tiene esta inquietud de escribir y no se atreve a dar el paso definitivo?
A escribir se aprende escribiendo y leyendo, esa es su gimnasia. Yo soy consciente de que soy un privilegiado porque es francamente complicado vivir de la escritura. Una editorial no te avala y que escribas increíblemente bien, tampoco. Es más crearte un sello, seguir un tono literario y que estés con quien estés, tú te lo cueces y tú te lo comes. No hay mejor campaña de marketing que el boca a boca y el perseverar en lo que uno quiere.