Ya se sabe que cuando uno está borracho puede hacer cosas de las que luego probablemente se arrepentirá. En el caso de Diogo, esa 'cosa' ha resultado ser muy grande, de cuatro patas y con mucho hambre.
El joven de 24 años, que vive en Brasil, estaba una noche tomando algo con sus amigos cuando uno de ellos le propuso sumarse a un grupo de WhatsApp de una subasta benéfica en favor de un hospital de la zona. Ninguno tenía intención de comprar nada, sólo divertirse con cualquier excusa. Sin embargo, fruto del alcohol, Diogo acabó pujando para comprar un caballo. "Estaba participando en la subasta y recuerdo que una persona ofreció 19 euros por el animal. Pensé que era muy barato y comencé a pujar más". El joven acabó comprando el animal compró el animal por casi 100 euros.
Diogo aseguró que en el momento de la compra no estaba "muy sobrio" y que luego salió con unos amigos a beber y divertirse. “Cuando me di cuenta, había comprado un caballo. No sé cómo cuidar a un perro, ¿cómo voy a cuidar a un caballo?", se preguntaba. A la mañana siguiente de la subasta, el joven se despertó con varios mensajes de personas que le preguntaban cuándo recogería al animal y cuándo daría el dinero que había ofrecido por él. "Estaba en estado de shock y mi madre quería matarme. No recordaba nada", dijo.
Días antes de la compra, Diogo le había comentado a su madre que quería un perro Golden Retriever. “Dijo que no podía porque no tenía espacio en casa, así que imagínate cuando le dije que había comprado un caballo”, asegura. También desconocía los trámites necesarios para la compra del animal: "El caballo estaba a cientos de kilómetros y no podía simplemente subirlo a una camioneta y llevármelo", explica.
Revenderlo fue la única opción que le quedó. Por este motivo, aceptó la oferta de unos 70 euros que alguien le ofreció por Alazão, que era como se llamaba el caballo. Gracias a las redes sociales, logró reunir la diferencia con respecto al precio inicial con el que ganó la subasta. “Solo estuve tranquilo cuando se llevaron el caballo, mi madre me quería matar. La verdad es que mucha gente me ayudó y sólo puedo dar las gracias”, recuerda el estudiante.