Cuatro jóvenes ucranianas residentes en España, sobre cómo están viviendo la guerra: "Es difícil ver cómo destrozan tu país"
El 24 de febrero de 2022, Vladímir Putin, presidente de la Federación Rusa, ordenó la invasión de Ucrania y dio comienzo a un conflicto armado entre ambos países
Anastasia, Anna, Yana y Adriana son cuatro jóvenes con raíces ucranianas que viven en España desde hace muchos años, pero que siguen teniendo familia en su país natal
Las cuatro han hablado con Yasss para contarnos que viven la situación con enorme preocupación y han confesado que jamás imaginaron que Putin ordenaría invadir Ucrania
El jueves 24 de febrero, el presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, ordenó la invasión de Ucrania y comenzaron los bombardeos en varias ciudades del país. Con ese movimiento, Rusia declaraba la guerra a su país vecino tras varias semanas en las que el ejército ruso había realizado maniobras militares en la frontera, cerca de las regiones de Donetsk y Lugansk. El conflicto en esta área del Donbass se extiende desde 2014, con una contienda que ha dejado casi 14.000 muertos.
Ese mismo año, Rusia se anexionó de manera ilegal a la península de Crimea, un enclave estratégico por su salida al mar Negro. Desde entonces, las relaciones entre ambos países han sido tensas, pero los ucranianos no se imaginaban que Putin pudiera llegar tan lejos y hacer que estallase una guerra que ya se ha cobrado la vida de 352 civiles desde el inicio de la invasión. Así nos lo cuentan Anastasia, Anna, Yana y Adriana, cuatro jóvenes con raíces ucranianas que residen en España y que jamás imaginaron que tendrían que ver a su país natal defendiéndose de una invasión rusa.
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Tres días antes de que comenzase la invasión, Anna Maherovska, una joven ucraniana de 28 años que reside en Madrid, llamó a su prima, que continúa viviendo en Ucrania, y le preguntó si allí se percibía como algo probable que se desencadenase una guerra: "Ella se reía y decía: '¿Qué guerra? ¿Qué guerra?' [...] La situación que estamos viviendo los ucranianos es muy difícil, hasta el último momento creíamos que una guerra entre Ucrania y Rusia, tan abierta como está pasando, era imposible".
"Llevamos desde 2014 viviendo con tensiones y conflictos con Rusia, pero desde mi punto de vista, creo que nadie se esperaba que Putin decidiera invadir Ucrania", apunta Adriana, una estudiante de 21 años que lleva desde los cinco viviendo en la Comunidad Valenciana. "Pensaba que sería todo de una manera más diplomática, sin muertes ni enfrentamientos, porque el hecho de que Rusia quisiese invadir Ucrania ha estado latente desde hace bastantes años", añade Yana, que tiene 24 años y que está a punto de conseguir la nacionalidad española después de casi 18 años viviendo también en la Comunidad Valenciana.
Muy pendientes de su país natal
Según los datos del INE de 2021, en España viven 112.034 personas que tienen la nacionalidad ucraniana, siendo Cataluña, Madrid y la Comunidad Valenciana las regiones donde más se han asentado. Por rango de edad, el grupo más numeroso es el de las personas entre 16 y 44 años, que suman 58.287; y por sexo, la mayoría, el 52,2%, son mujeres (58.557). En este segmento se encuadran las cuatro jóvenes que han querido compartir su visión de lo que está ocurriendo con Yasss.
Ellas son Anna Maherovska, una joven ucraniana de 28 años que reside en Madrid desde los doce, que se graduó en Historia y estudia las oposiciones para ser profesora en un instituto a la vez que trabaja dando clases de español e inglés a niños ucranianos en su mayoría; Anastasia I. M., que también reside en Madrid, tiene 23 años, estudió dos carreras y que, tanto ella como su familia, han obtenido la nacionalidad española después de más de 20 años viviendo aquí; Adriana, una estudiante de 21 años que vive en la Comunidad Valenciana; y Yana, que tiene 24 años, se siente "bastante integrada" en España y trabaja en la industria musical.
"La situación es angustiosa; no pensábamos que llegaría tan lejos. En un momento así, en el que no puedes hacer más que esperar, sin saber a qué ni hasta cuándo, parece que la vida queda suspendida", explica Anastasia, a la que le resulta "especialmente chocante" ver la exposición que está teniendo el conflicto en internet: "En TikTok salen decenas de directos de ucranianos retrasmitiendo su situación".
Esa angustia también la siente Anna, que se despertó el jueves 24 de febrero al escuchar los gritos de su madre, a la que habían llamado sus familiares desde Ucrania para contarles que habían comenzado los bombardeos: "Me provoca mucha ansiedad esta situación". Unos sentimientos similares a los que está experimentado Adriana, que a veces se siente sobrepasada por la información que le llega desde su país natal.
Es doloroso saber que tengo familia ahí y que no puedo estar allí para ayudarles
"La situación para mí es un tanto complicada y tensa en casa, ya que constantemente recibo información sobre lo que está ocurriendo en cada momento y, a nivel psicólogo, es un suceso difícil de vivir, teniendo que ver cómo destrozan tu país y que la gente se tiene que dejar su vida defendiéndolo", cuenta Adriana. "Es doloroso saber que tengo familia ahí y que no puedo estar allí para ayudarles, es todo a través de las redes sociales, les doy mi apoyo de la manera que puedo", añade Yana.
Máxima preocupación por sus familias
Mientras que los ucranianos que viven fuera del país se muestra angustiados por estar lejos de su patria y de sus familias en un momento tan duro, en Ucrania muchos ciudadanos hacen colas de hasta 24 horas para abandonar el país por la frontera con Polonia (en el momento en el que se escriben estas líneas ya han cruzado esta frontera casi medio millón de personas) y otros muchos resisten encerrados en bunkers o en el metro de Kiev.
Las familias de Anna y Adriana (no tienen ningún parentesco) son de Lviv, una ciudad que también se puede traducir al español por Leópolis y que se sitúa al oeste de Ucrania, a unos 70 kilómetros de la frontera con Polonia, que es una de las zonas menos peligrosas por el momento y el lugar al que llegan miles de ucranianos que intentan escapar del país. La estación de trenes está saturada y muchas personas esperan allí para poder coger un tren que les permita huir de la guerra que asola el este del país.
Tanto Anna como Adriana pueden seguir en contacto con sus familiares, porque nos cuentan que la conexión a internet continúa siendo estable en Lviv. La familia de Anna optó por hacer por las maletas por si tenían que escapar y comprar comida, pero "había un caos tremendo, toda la gente quería abastecerse". "Me decían que vivían esos días como si fuese una película, muchos se escondían en los sótanos, pasaban las noches sin dormir, escondidos con los niños", explica.
Muchos se escondían en los sótanos, pasaban las noches sin dormir
Por el momento, los familiares de Anna no quieren abandonar el país: "Dicen que no, que si todos ellos abandonaban el país no quedaría nadie para protegerlo"; pero sí que tiene una amiga que intentó cruzar la frontera con Polonia el primer día tras la invasión y no puedo hacerlo porque iba con su bebé y, tras 20 horas guardando la fila sin la posibilidad de calentar agua para un biberón, decidió regresar a casa: "Ahora lo que hacen todos es esperar, esperar a lo que pasará hoy, a lo que pasará mañana...".
La familia de Adriana ha abandonado por completo Lviv, algunos decidieron huir el primer día hacia la frontera de Polonia: "Allí les ofrecieron un apartamento de una habitación para poder dormir y ducharse. Ahora mismo están esperando a coger el primer vuelo que salga hacia España"; el resto de sus familiares quisieron quedarse en el país "para refugiarse en una casa de campo, que no está siendo atacada por ahora".
Quienes también están en una zona que no está siendo atacada por los bombardeos ordenados por Putin son los familiares de Yana, que siguen en contacto con ella porque continúan teniendo conexión a internet y le van narrando el horror que se está viviendo en Kiev y que ellos conocen bien porque tienen amigos que residen allí: "Con cada nuevo testimonio que llega el miedo se vuelve más real y cercano".
A menos de 100 kilómetros de Lviv, la ciudad de origen de Anna y Adriana, se sitúa la región en la que viven los familiares de Anastasia, el Óblast de Ternopil. Residen en un pueblo pequeño en el que continúan teniendo conexión a internet, aunque uno de los mayores miedos de Anastasia es que esa conexión se pierda y ya no pueda hablar con ellos para saber cómo están. "Hay toque de queda, colas en bancos, farmacias y comercios, y les llegan avisos de ataque aéreo", cuenta la joven.
Al igual que Anna, Adriana y Yana, a Anastasia le parecía "una posibilidad extremadamente remota" que pudiese estallar una guerra entre Rusia y Ucrania: "Para las personas que viven allí la sensación seguramente sea diferente. Por ejemplo, hace un tiempo que mis tíos idearon un plan de emergencia y organizaron todo lo necesario por si acaso se cumplía el peor pronóstico".
Parte de la familia de Anastasia continúa en su pueblo, situado en el Óblast de Ternopil, y desde allí le cuentan que "la gente está haciendo cola durante horas en estaciones de autobús para conseguir un billete a cualquier parte y sin garantías de que el transporte llegue a su destino".
Ayuda desde España
Mientras tanto, en Rusia, principalmente en Moscú y San Petersburgo, se suceden las manifestaciones en las que se protesta en contra de la guerra y se clama por la paz. Esa situación se replica, pero sin cargas ni detenciones por parte de la policía, en muchos puntos de Europa, como en Madrid, se han organizado marchas para apoyar al pueblo ucraniano y en muchas ciudades españolas, como Barcelona, Alicante o Valencia, se recogen alimentos y medicamentos para enviarlos a Ucrania.
Yana se muestra agradecida con el pueblo español por la solidaridad que, en su opinión, "ayudando porque quiere y es solidario con lo que está pasando allí". Adriana, por su parte, esperaba una reacción más contundente por parte del Gobierno español, que en un primer momento descartó el envío de armas a Ucrania: "España debería haber ofrecido más ayuda, material por lo menos, no de soldados porque puedo entender que tengan miedo, pero al menos ayuda de materiales". Dos días después de ese anuncio, Pedro Sánchez se retractó diciendo que finalmente sí enviaría armamento.
Anastasia no esperaba "ningún tipo de reacción", tampoco ahora que se ha visto que el conflicto bélico es ya una realidad: "Entrar en esta guerra resulta poco práctico para cualquier país ajeno". Anna sí que espera que esa reacción llegue, no solo por parte de su país de residencia actual, sino también por parte de la Unión Europea: "Lo que todos pedimos es ayuda por parte de Europa, porque Putin no va a parar, no creemos que pare. Todo esto va a ir a peor y si Europa, si España, si la Unión Europea no hacen nada, esto irá a peor".
Poco esperanzadas ante el futuro
Aunque ya han empezado las negociones en Bielorrusia entre Rusia y Ucrania, parece que la solución del conflicto se demorará, pues durante el primer día de las negociaciones, el ejército ruso bombardeó Járkov, la segunda mayor ciudad de Ucrania por detrás de la capital, situada a 30 kilómetros de la frontera con Rusia y en la que viven casi un millón y medio de habitantes.
Noticias como estas hacen que ninguna de las entrevistadas piensen que el conflicto tendrá una solución fácil y rápida. "Personalmente, prefiero no mantener demasiadas esperanzas, no creo que sea aconsejable proyectar ilusiones. Si fue estúpido pensar que nunca se produciría un ataque de esta magnitud, seguramente también sea naif pensar que todo se va a resolver de manera fácil e indolora", explica Anastasia.
"Veo difícil que Rusia termine sus ataques antes de conseguir su objetivo, que es controlar la capital de Ucrania", apunta Yana; una opinión que comparte Adriana: "Viendo como está la situación y conociendo la trayectoria de Putin, creo que querrá seguir avanzando al resto de países que pertenecieron a la Unión Soviética". Ambas están atentas a la información que les llega por parte de sus familias, pero también están muy pendientes a lo que se cuenta en los medios de comunicación.
"Sigo las noticias a todas horas desde el móvil, desde la tele, lo que me dicen mis familiares… Estoy atenta a la última hora siempre", cuenta Yana, mientras que Adriana destaca que también sigue muchas cuentas de Instagram y Twitter donde actualizan constantemente la situación del país. "Lo que hacemos los ucranianos en España es estar todo el día pegados al móvil, esperando noticias. Lo único que sentimos es angustia por nuestro país y por nuestra gente. Nos sorprende que todo el mundo esté observándolo como un espectáculo sin hacer nada", concluye Anna.