Rosalía está en boca de todos. Va por ahí pisando pies, marcando tendencias, despertando suspiros de admiración y críticas por todas partes. Todo el mundo quiere estar cerca de sus uñas infinitas y su melena hasta la espalda; aunque no tienes por qué conocer a Rosalía para ser alguien, que ella hable de ti te asegura un sitio en el mundo. Músicos, diseñadores y periodistas quieren estar en su lista de contactos.
Hay quien cree que es una Beyoncé castiza y quien considera que “es un bot que se disfraza de chica humana gitana”, como dice Rebe. En relación con esto último, muchas activistas gitanas han expresado su malestar con Rosalía. “Usa a los gitanos como algo cool que incorporar a su disfraz, pero no le importamos socialmente hablando”, aseguró Noelia Cortés en una entrevista con El Español. “Rosalía coge rasgos culturales ajenos, que son la resistencia de pueblos desfavorecidos históricamente, y los usa como quien se pone unas pestañas postizas”.
También hay quien asegura que se trata de un producto de marketing, del resultado de una inversión millonaria. Lo cierto es que, dos Grammys Latinos y dos MTV Music Awards después, las razones que hayan llevado a Rosalía a ser tema de conversación constante parecen pertenecer a un debate anticuado.
Rosalía nació el 25 de septiembre de 1993 en el industrial Sant Esteve Sesrovires, un municipio de apenas 8.000 habitantes a menos de 50 kilómetros de Barcelona. En la zona es conocido por dar cobijo a la sede de Chupa-Chups. De padre asturiano y madre catalana, Rosalía recibió el nombre de su abuela materna, y aunque ahora no hay nadie que no reconozca a esta chavalita de Baix Llobregat, cuando era pequeña odiaba el nombre que le habían dado (¿cómo empezaría las canciones si no?).
La niña fue al colegio público La Roureda junto a su hermana Pilar, que siempre ha sido su apoyo y compañía incondicional. Desde pequeña, apuntó maneras en el cante: cuenta que su padre le pidió, cuando tenía siete años, que cantase para la familia: todos acabaron llorando. Poco a poco, la pequeña Rosalía fue descubriendo a Lola Flores y a Carmen Sevilla. Cuando llegó Camarón, explica, todo cambió.
Con 10 años, la niña pisó su primer aula de música. Poco a poco fue actuando en restaurantes, con un repertorio de blues y jazz que pronto viró hacia el flamenco. Dio clases de guitarra y, con 15 años, la Entidad Cultural Flamenca de Sant Esteve la contrató para cantar en un festival del pueblo. En 2008 también se presentó a ‘Tú sí que vales’, programa de talentos por el que pasó sin pena ni gloria.
Durante años, su profesor fue el cantaor ‘Chiqui de la línea’, y luego entró en ESMUC. Rosalía pudo estudiar en buenas escuelas porque la situación de su familia era acomodada: su familia materna es dueña de una conocida fábrica, Suprametal, en la que trabajan sus padres. En cualquier caso, entró en ESMUC después de una dura competencia: la Escola Superior de Música de Catalunya solo admite a un alumno de cante jondo por año. En 2014, fue Rosalía. Su trabajo de fin de carrera fue ‘El mal querer’, por el que recibió la matrícula de honor.
En 2016 lanzó ‘Antes de morirme’ con el que por entonces era su pareja, C. Tangana, y después lanzó varios singles y un álbum, ‘Los ángeles’, para el que trabajó junto al productor Raül Refree. Sin embargo, no fue hasta que lanzó el disco que presentó para acabar su grado, su segundo trabajo de estudio, que alcanzó la fama internacional. Un disco inspirado en una novela anónima del siglo XIII que reflexiona sobre el amor tóxico.
Ocurrió en 2018: sus sencillos ‘Malamente’ y ‘Pienso en tu mirá’ dieron la vuelta al mundo. Su cara apareció en las vallas publicitarias de Times Square. Era un no creerlo: fueras donde fueras, ahí estaba Rosalía. Así hasta hoy.
Cuando Rosalía comenzó a triunfar, su madre dejó su trabajo en la fábrica y montó la empresa de management Motomani, con la que acompaña a la artista por todo el mundo. También cuenta con la ayuda y el apoyo de su hermana Pilar, que siempre ha estado a su lado y a quien le corresponde el tan característico look deportivo, mezclado con pendientes gigantes y uñas de gel kilométricas de Rosalía.
En lo profesional, su nombre no ha dejado de expandirse. ‘F*ucking money man’, ‘Yo X ti, Tu X mi”, ‘A palé’ o ‘Tkn’, de la mano de Travis Scott (sobre qué dice la letra ya se ha indagado bastante), son algunas de los temas que amplían su fama y patrimonio. ¿Qué nos deparará Rosalía? Más portadas y canciones, seguro. La trayectoria de la catalana va para largo; tenemos Rosalía para rato.