Obtener la nacionalidad en España no es nada fácil y mucho menos algo rápido. Para poder participar en asuntos públicos, solicitar una beca, ser funcionario o votar en unas elecciones es fundamental tenerla aunque sea un proceso plagado de burocracia y de dificultades que todavía se ha complicado más con la pandemia del coronavirus. Un año. Es lo máximo que la Administración debe tardar en resolver las peticiones de nacionalidad por residencia tal como establece la ley, pero esos plazos no se cumplen porque hay que sumar lo difícil que es conseguir la cita y que se realicen todos los trámites.
La regla general para que cualquier extranjero pueda solicitar la nacionalidad es que haya vivido en España durante diez años de forma ininterrumpida con un permiso de residencia legal pero para los que no suman esa cifra o se encuentran en otras circunstancias se enfrentan a un procedimiento y plazos que suelen ser largos y que una tuitera (@MonaOjedaF) no ha dudado en contar para mostrar no solo su descontento de las concesiones exprés para unos, nombrando al pianista James Rhodes por haber obtenido recientemente la nacionalidad, frente a otros que tienen una auténtica carrera de obstáculos hasta conseguir la ciudadanía española.
La suya, la de Mónica Ojeda es la experiencia en primera persona de ser migrante y ver cómo todas las vías se le están agotando para tratar de convertirse en una ciudadana española. Un peregrinaje, que tal como ella misma cuenta, comienza cuando decide divorciarse de su marido y romper con una historia salpicada por la violencia de género. A partir de ese momento perdía su tarjeta de residencia y comenzaba su situación irregular: "Llevaba tres años casada con un español, pero viviendo en Ecuador y eso no contaba".
Las dificultades no se hicieron esperar y si la decisión de separarse la dejaba a la deriva, mayor fueron las complicaciones cuando su ex trató por todos lo medios de complicarle los siguientes pasos a dar. "Recibí amenazas de expulsión, llamadas a caseros para que no me alquilaran departamentos por 'mi situación irregular", ha escrito, pero lo peor llegó cuando fue a Extranjería y se enteró de todos los requisitos que necesitaba para hacer de su situación algo legal.
Lo primero y más importante era un plazo en el que tenía que encontrar trabajo. Seis meses como máximo y no cualquier trabajo: tenía que ser con contrato indefinido, algo que pese a su complicación, logró en el cuarto mes, pero no le sirvió de nada porque le dijeron que el plazo se había agotado en el tercero. La situación que tenía no le dejaba muchas más opciones en palabras de la funcionaria: "Tenía que salir del país y ese día de lo que salí fue llorando de Extranjería".
Pero al cerrarse esa puerta. Mónica, tal como ha contado en su hilo de Twitter, busco otra alternativa: decidió que se casaría con su actual pareja pero eso no la libró de meses de trámites y entrevistas. "Mucho dinero en papeleo, mucho estrés y ansiedad", aunque finalmente sí lograron que su boda se celebrase en julio de 2019, pero eso no dio ni mucho menos por terminado todo el proceso.
El siguiente paso era conseguir la tarjeta por familiar comunitario y, aunque Mónica presentó todos los documentos y cumplía con todos los requisitos tal como ella misma apunta en su queja, todo se tradujo en meses de espera y en una nueva denegación sin una causa justificada. Un caso que podría entrar dentro de lo que cataloga Margaryta Yakovenko en su libro 'Desencajada' de racismo institucional y que al igual que explica ella en su texto, le llevó a Mónica Ojeda a contactar con un bufete de abogados especializados para agilizar los trámites que sin explicación aparente estaban bloqueados.
¿Eso que significó? Que Mónica tuvo que pagar por su desesperación considerándose hasta afortunada por tener esa vía que muchos ni siquiera tienen tal como confiesa, pero no pudo evitar sentirse discriminada y desamparada por el mismo país al que quiere pertenecer: "No es cierto que en España se acoja y reciba bien a los migrantes", son sus palabras al tener que haber acudido a unos abogados para que saquen sus papeles de la mesa del juzgado. Una vía que no es la oficial y con la que quiere demostrar que a través del dinero todas las opciones se abren: "Que sepan que estos lugares existen y que cobran en estas circunstancias a migrantes desesperados".
Ser español es una odisea de años, dinero y papeles que en el caso de Mónica ni siquiera lo ha conseguido después de todo su periplo por las administraciones. En su hilo ha explicado el triste desenlace: "Para finalizar sigo sin tarjeta, no todos tenemos el lujo de ser James Rhodes", han sido sus palabras para denunciar que si se establece por normal general que legalmente obtener la nacionalidad es más de un año (y suele extenderse de dos a cuatro) en su caso no se ha resuelto pese a todos los esfuerzos que ha gastado.