Andrea, joven en paro, comparte su experiencia en plena pandemia: "Después de siete meses ya no sé qué hacer"

Andrea Genovart ha compartido un hilo que se ha hecho viral en el que narra la situación de desesperanza que sufre cualquier joven en paro en plena pandemia
La precariedad afecta a nuestro bienestar psicológico siendo la ansiedad, depresión, incertidumbre y culpabilidad los síntomas más frecuentes
Según los resultados de la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre de 2020, la tasa de paro ha aumentado entre los jóvenes de 16 a 19 años y entre los de 20 a 24 años. Durante el estado de alarma por el COVID-19, la tasa de paro de los primeros se sitúa en el 54,5%, tres meses antes era del 47,3%.
En 2019 parecía impensable que un virus provocase el colapso sanitario y económico de prácticamente todo el Planeta. “Es como una gripe”, nos repetíamos, y ahora que lo peor ha pasado, las consecuencias del coronavirus son más notables que nunca. ¿Los perjudicados? La generación millennial, que acumula en su historial dos crisis económicas y un bagaje emocional difícil de gestionar.
Los que ahora nos encontramos entre los 20 y los 30 años crecimos con el mantra de "estudia y tendrás un futuro" grabado a fuego. Una carrera como mínimo, cursos online, un máster de entre 5.000 y 10.000€, prácticas no remuneradas y trabajos precarios a cambio de "visibilidad". Ese es el camino de muchos de los jóvenes que en su día creímos que el futuro estaba en los títulos universitarios.
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Por si fuera poco, en este escenario un poco desesperanzador, llegó un enemigo más: el coronavirus. La pandemia paralizó el mundo y una vez más, la generación millennial se quedó en tierra de nadie. Con un presente incierto y un futuro totalmente borroso vamos dando palos de ciego afrontando las consecuencias de un enemigo invisible.
El testimonio de Andrea sobre la precariedad juvenil
Andrea Genovart ha reflejado este clima de frustración desde sus redes sociales. En un hilo de Twitter que ha sido compartido por más de mil personas y que acumula más de 2.000 me gusta, narra la situación de desesperanza que sufre cualquier joven en paro en plena pandemia.
"En enero me quedé en el paro". Así comienza su testimonio. "Estuve dos años de prácticas y decidieron no renovarme. Sospecho que porque por ley les tocaba ya contratarme. Me dijeron que querían a alguien más senior, pero ahora hay otra persona con mi contrato". En aquel momento el contrato de prácticas implicaba cobrar 900 euros y posteriormente 1.000. En consecuencia, cuando no renovaron su contrato sólo podía acceder a un paro de 500 euros por 40 horas semanales.
A esta situación de precariedad se sumó la pandemia. "Paralelamente hacía un máster que costó 5.000€ a mis padres y a mí", comparte. "Lo empiezo a hacer online. Adiós a conocer a esos profesores que son contactos que pueden conseguirte trabajo: es un lobby. Desde febrero que no sé nada de nadie".
“A todo esto, se le suma el agobio, los lloros, la impaciencia, el insomnio, la tristeza, el tedio, la incapacidad de responder cuándo se acabará”
"Si no había trabajo, ahora menos. Ya no sabes si es mejor no buscar para no frustrarte. Aunque si no buscas te sientes culpable, necesitas un motivo para levantarte por las mañanas". Y en pleno clima de frustración, llegan las ofertas basura.
"A todos estos meses, se debe sumar toda la ansiedad del confinamiento. La ansiedad de todos. Un tipo de apoyos y sociabilidad perdidas, porque a cada uno le ha sentado como le ha sentado. Mientras, por la tele, Twitter y la calle solo hay pesimismo: todo va ir (más) a peor". Familiares enfermos, aislamiento en casa sin posibilidad de pisar la calle, insomnio, incertidumbre, tristeza, culpabilidad por querer trabajar de aquello para lo que llevas preparándote toda la vida… Un suma y sigue que solo aumenta el malestar.
Como colofón a su duro testimonio, Andrea lanza un mensaje de socorro con el que prácticamente todos los jóvenes (y no tan jóvenes) nos hemos sentido identificados. "No nos cuidéis, salvadnos. Salvadnos, porque se nos está escapando la vida, nuestra salud mental, la capacidad de sentirnos bien con nosotrxs. Nos estáis metiendo otro virus dentro por el que tampoco tenemos vacuna".
¿Cómo gestionar la precariedad en plena pandemia?
Quien dijo eso de que el dinero no da la felicidad probablemente era de clase alta. Tener dinero no significa comprarte un yate o una mansión en Formentera. Tener dinero significa poder costearte un psicólogo si lo necesitas, no agobiarte por si vas a poder pagar las facturas este mes o salir a cenar con tus amigos sin sentirte culpable si gastas más de la cuenta. Por eso cuando hablamos de salud mental debemos tener en cuenta las condiciones sociales y económicas de cada persona.
En otras palabras, la precariedad afecta a nuestro bienestar psicológico. Ansiedad, depresión, incertidumbre y culpabilidad son los síntomas más frecuentes. ¿Cómo gestionarlos?
- Exterioriza la frustración
Si te sientes frustrado, triste, con la ansiedad por las nubes, culpable o enfadado, no lo vivas en silencio. Habla con tus amigos o con tu familia. Probablemente muchos se encuentren exactamente igual, y el apoyo social puede ser muy beneficioso en momentos duros.
- Pide ayuda a amigos y familiares si es necesario
Si tus padres pueden ayudarte económicamente y estás en una situación desesperada, no te avergüences por pedirles que te echen una mano.
Por otro lado, tus amigos pueden ayudarte compartiendo tu trabajo y ofreciéndote visibilidad. Esto es muy útil si eres freelance y te dedicas al sector artístico, pero también si eres periodista, psicólogo, abogado, diseñador y un largo etcétera, y te quieres dar a conocer.
- Conoce tus derechos
A nivel laboral hay ciertas empresas que se aprovechan de los jóvenes por su desinformación y por su desesperación. Si te ofrecen un trabajo y las condiciones laborales te parecen raras, habla con un sindicato o con un experto en derecho laboral. Hay foros y cuentas de Instagram o Twitter que se dedican a resolver dudas de este tipo. Mejor ser previsor.
- Infórmate sobre los servicios psicológicos gratuitos de tu provincia
En España contamos con psicólogos en la Seguridad Social. Puedes ir al médico y pedir que te derive si te encuentras mal. “Es que las listas de espera son enormes”, piensan muchos. En algunas comunidades autónomas sí, pero en otras no. Por eso es mejor preguntar en vez de dejarte guiar por oídas y mitos.
Por otro lado, hay muchas asociaciones que ofrecen atención psicológica o bien gratuita, o bien a precios asequibles en función de tu nivel de ingresos.