El pasado 14 de marzo, Luno aterrizó en Barajas junto a su dueña sin microchip. Algo que en su país de origen, Costa Rica, no es obligatorio. Sin embargo, para poder entrar en España sí. Desde entonces, el animal permanece en la zona de Aduana del Aeropuerto de Madrid sin saber cuál será su destino final.
Tal y como informaban hace unos días nuestros compañeros de Nius, PACMA denuncia que el perro está actualmente "aislado, metido en una jaula, como si fuera mercancía, y no dejan que su dueña pueda verle". Y la amenaza de que sea deportado o incluso sacrificado no están descartadas, señalan.
Luno salió de Costa Rica con una prueba antirrábica negativa, pero al carecer de microchip se cuestiona que sea realmente suya. Por eso, no se le permite la entrada en España. "Primero propusieron sacrificarlo, que es un disparate, y ahora han notificado una resolución a favor de la reexpedición del animal". Trasladado a términos humanos, "que lo quieren deportar".
El problema es que su dueña no tiene previsto volver a Latinoamérica y no hay nadie que pueda encargarse del animal. "La resolución obliga a su propietaria a volverse con él, lo que estaría infringiendo sus derechos como ciudadana española y comunitaria, ya que sería obligarla a ella también a una deportación", alertan.
Andrea Torres, dueña del animal, está desesperada por no tener a su lado a Luno. “Mi perrito estaba en Ecuador, pero lo llevaron hasta Nicaragua donde vive mi pareja. Yo viajé a ese país para traérmelo. Como ahora no hay vuelos de Managua a España, me fui con mi pareja y mi perro hasta Costa Rica y de ahí tomamos un avión para Madrid", ha contado al medio digital La Teja. “Antes de salir pregunté qué necesitaba Lunito para viajar y en el aeropuerto, y la aerolínea me dijo que solo se pedía que estuviera sano y con las vacunas al día. Salí de Costa Rica sin problema”, cuenta.
La dueña del perro asegura que ya en Barajas se separó del perro bajó el "engaño" de los agentes. "Me dijeron que le pondrían el microchip y luego me lo devolverían. Pero no fue así. Mi pareja y yo estuvimos durmiendo una semana en el aeropuerto. Llegué a estar tan desesperada que necesité atención psicológica”.