Son muchas las comunidades autónomas que han cerrado los bares como medida para frenar el avance del coronavirus. Esta decisión no ha sido muy bien recibida por el sector de la hostelería, que ha organizado manifestaciones en varios puntos de España.
Mientras algunos restaurantes y bares cierran al no poder afrontar la crisis sanitaria y económica, una nueva noticia ha hecho que la población se indigne más si cabe, y es que pese a que los negocios de hostelería están obligados a cerrar, las casas de apuestas siguen abiertas.
Francisco Igea, el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, ha confesado estar de acuerdo con quienes critican esta medida, proponiendo el cierre de las casas de apuestas desde el jueves 12 de noviembre. Sin embargo, en otras comunidades autónomas estos locales siguen abiertos.
Aunque para muchos las casas de apuestas son un negocio más, esconden un lado oscuro. Tal y como señala la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios), en España un 13,6% de los menores de edad frecuentan salas de juego.
Los datos no son muy optimistas para los mayores de 18 años, ya que el porcentaje se eleva a 27%. En cifras absolutas son más de 9 millones de personas que pueden comenzar jugando de forma esporádica, pero que a largo plazo se exponen a desarrollar adicción al juego, un problema de salud cada vez más habitual.
En el caso de Raúl, un joven de 26 años que, ante el cierre de los bares, acudió por primera vez a una sala de apuestas. “Hace dos semanas quedé con un amigo y un amiga, que son a los únicos que estoy viendo en estos meses para evitar el coronavirus. Acababan de cerrar los bares y no nos habíamos enterado, así que empezamos a dar vueltas buscando un sitio abierto. Acabamos en una casa de apuestas”, recuerda.
“Con la excusa de tomar algo, entramos y pedimos una cerveza. Al final perdí 100 euros”, confiesa preocupado. Sus amigos se lo tomaron a risa, pero Raúl se dio cuenta de que no podía entrar a ese local ni siquiera para tomar algo relajadamente. “Habrá personas que resistan muy bien la tentación, pero yo sé que si vuelvo, volveré a jugar”.
Al preguntarle por el ambiente del local, reconoce que se respetaba el aforo y la distancia de seguridad. “Había poca gente, pero da mucha pena ver a una señora que podría ser mi abuela perdiendo dinero. Como encima no hay ventanas ni relojes, te pasas allí horas sin darte cuenta”.
Su testimonio abre las puertas a una realidad, la normalización de la ludopatía en España. “Tengo amigos que antes del coronavirus apostaban en deportes o jugaban al Póker. Todos te dicen que controlan, que saben cuándo apostar y cómo ganar, pero cuando pierden dinero se les queda la misma cara de tontos que a cualquier persona de a pie. Es muy difícil darte cuenta de que eres adicto”, reflexiona.
La ludopatía se caracteriza por un patrón de juego patológico. Es decir, apuestas cada vez más dinero, intentas dejarlo pero vuelves a recaer, estás nervioso o enfadado cuando no juegas, te pasas todo el día pensando en las apuestas, mientes sobre tu adicción y pones en riesgo tu trabajo o relaciones.
Para tratar la ludopatía es necesario ayuda profesional y apoyo social.
Ahora más que nunca debemos cuidar nuestra salud, y no solo a nivel físico. La adicción al juego no solo tiene repercusiones económicas, también psicológicas. Puede derivar en alcoholismo, depresión, ansiedad, problemas de pareja y aislamiento. Si detectas que estás comenzando a entrar en el círculo vicioso de la ludopatía, pide ayuda.