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Muere María Jiménez, símbolo de la lucha contra la violencia de género y de apoyo al colectivo LGTBIQ+

Tan solo dos días después de la muerte de la presentadora María Teresa Campos, el mundo de la cultura y el espectáculo vuelve a vestirse de luto. La cantante María Jiménez ha fallecido a los 73 años de edad en su casa de Triana, Sevilla, tal y como ha hecho público su familia en el siguiente comunicado:

"Con profunda tristeza y dolor en nuestros corazones, despedimos hoy a María Jiménez, mujer amada y respetada por su compromiso inquebrantable con su familia, amigos, y admiradores. Un espíritu indomable, una personalidad arrolladora, una mujer fuerte y valiente que luchó contra todas las adversidades", ha dicho, con mucho acierto y cariño, su hijo Alejandro.

Su turbulenta biografía demuestra la fortaleza de una mujer que denunció públicamente haber sufrido malos tratos, físicos y psicológicos, por parte de su marido, Pepe Sancho (que nada tiene que ver con los Sancho de Daniel Sancho). De él, dijo que la tenía "anulada por completo y encerrada en una casa", mientras el actor llevaba "una doble vida". Y que, en su época, las mujeres no denunciaban "ese tipo de cosas". De haber sido maltratada ahora, con la gran conciencia social que el mundo está tomando frente al machismo, le hubiera "metido en la cárcel" y "con mucho gusto".

La fundación es mano amiga del colectivo LGTBI

Pero no lo hizo porque, en los años '80, los trapos sucios se lavaban en casa. Lo que sí decidió fue crear una fundación que luchara contra la violencia de género, la Fundación María Jiménez de Sevilla, para que otras mujeres maltratadas tengan siempre un lugar al que acudir y que les sirva de trampolín para romper la relación con sus maltratadores y comenzar una nueva vida, tanto en lo personal como en laboral.

Alejandro es el director gerente de esta asociación y siempre ha estado orgulloso de la lucha de su madre por ayudar a las mujeres atrapadas en el círculo de la violencia de género. También de su compromiso con otros colectivos oprimidos, como el LGTBIQ+, que no pueden vivir "en plena libertad" y a quienes también ofrecen un espacio amigo y un altavoz para denunciar situaciones discriminatorias que se siguen dando en pleno siglo XXI.

Tanto María Teresa como María pertenecen a una generación de mujeres fuertes, que pusieron los cimientos del feminismo que, hoy, ha tomado fuerza, color y forma. Ellas rompieron con un discurso patriarcal que, en sus años de juventud (y también los posteriores) era aceptado y defendido por una sociedad en la que las mujeres sólo tenían que ver, oír y callar. Gracias a su rotunda negación al silencio, ahora somos más libres, más conscientes y seguras; más combativas e irreverentes. Y, sobre todo, estamos unidas en una lucha que ni la muerte puede matar.