Al igual que Ana Obregón, la gaditana Carmen Bousada, la mujer que entró en el Rércod Guiness por ser la más mayor en tener hijos del mundo, recurrió a los Estados Unidos en el año 2005 para ser madre cuando la biología ya no se lo permitía. Carmen llevaba 15 años sin tener la menstruación y se sometió a un tratamiento de inseminación artificial en el continente americano, donde tuvo que mentir sobre su edad, pues el límite legal se encuentra en los 55 años.
Allí, le revirtieron médicamente la menopausia y, poco después de fecundarse, se quedó embarazada. No de uno, sino de dos bebés, cosa frecuente en mujeres inseminadas. Como era de esperar a una edad tan avanzada, la recta final del embarazo, y más siendo un embarazo gemelar de riesgo, fue tan complicada que casi le cuesta la vida pero, afortunadamente, el parto salió bien y los dos niños fueron alumbrados en la ciudad de Barcelona.
Hasta aquí, era una historia sobre una maternidad imposible que se hizo realidad y sin la polémica de la transacción económica que rodea a Ana Obregón. Ella misma bromeaba con que su madre, a la que cuidó hasta el último día de su vida, había muerto con 101 años, por lo que, con un poco de suerte, hasta podría conocer a sus nietos. Sin embargo, pocos meses después de dar a luz a sus gemelos, le detectaron un tumor que provocó su fallecimiento en el año 2009.
Su sobrino fue quien se encargó de la custodia de los niños huérfanos y este caso es un ejemplo del debate abierto hoy en los medios sobre la edad máxima para empezar a formar una familia. Algunos personajes famosos, como Joaquín Prat o Ana Peleteiro, que ha sido madre recientemente, han tachado la decisión de la actriz española como un acto "egoísta" y "aberrante", derivada de la prematura muerte de su primer hijo biológico, Aless Lequio. Una pérdida que Anita nunca superó.