La factoría Disney nos enseñó a enamorarnos y a creer en ideales imposibles. La magia, el cuento del amor romántico… El lugar donde los sueños se hacen realidad. Dentro de este universo todo es de color de rosa y no hay espacio para finales que no sean felices. Desde fuera todo es precioso, pero ¿cómo es la realidad que se vive dentro de la compañía? Abigail Disney denuncia la cruda realidad de desigualdad que existe dentro del imperio a través de su nuevo documental: El sueño americano y otros cuentos de hadas.
Nieta de Roy, hermano de Walt Disney y cofundador del imperio, Abigail ha querido lanzar con este trabajo una crítica mordaz al capitalismo contemporáneo y a las clases más altas atacando a una de las corporaciones multinacionales que más dinero factura: la suya.
Películas, parques temáticos… The Walt Disney Company es un monstruo producto del capitalismo; algo que la nieta del que fuera uno de sus creadores critica centrándose especialmente en las desigualdades económicas existentes entre los cargos más altos y más bajos del emporio de su familia.
En The American Dream and Other Fairy Tales, Abigail Disney se encarga de hacer un exhaustivo repaso a la historia capitalista de Estados Unidos, denunciando el enriquecimiento del CEO de la compañía y el empobrecimiento de los trabajadores que trabajan en Disneyworld, el que se supone es el 'lugar más feliz de la tierra.
"En otras palabras, un trabajador de Disneyland tendría que trabajar durante 2000 años para hacer lo que Bob Iger hace en uno”, dice en su tajante crítica convencida de que su abuelo jamás habría permitido el trato que actualmente se les da a los empleados del parque.
Para el rodaje de El sueño americano y otros cuentos de hadas, Abigail se ha documentado y trabajado junto a cuatro empleados de Disneyland, que no dudan en hablar de sus dificultades para llegar a final de mes en el carísimo condado de Orange cobrando 15 dólares la hora; unas 800 veces menos que lo que cobran los ejecutivos de la compañía. "Murió cuando yo tenía 12 años, pero creo que no podría dormir si viese que hay personas cobrando 65 millones de dólares y otras que no pueden poner un plato de comida en su mesa a fin de mes", dijo para el programa Florida's Fourth Estate.
Unas palabras que recalcó más tarde en otros medios, como en esta entrevista para el diario estadounidense Orlando Weekly, donde aseguró que, a pesar de las grandes diferencias políticas entre su manera de pensar y la de su abuelo, está segura de que él "en el fondo" sabía que las cosas estaban empeorando para los trabajadores estadounidenses "de forma lenta pero segura".
"Él sabía que las personas que trabajaban allí (en los parques de Disney) eran la salsa mágica que marcaba la diferencia para las personas que venían y que tratarlos mal es un poco estúpido desde una perspectiva comercial y está mal desde una perspectiva moral», subrayó.
Aunque su denuncia está centralizada en el universo Disney, Abigail traslada este problema a la sociedad capitalista estadounidense. “Vi la naturaleza de la forma en que los trabajadores fueron tratados allí y, francamente, en todas partes, en Estados Unidos durante los últimos 50 años. Y quería hacer una película sobre el cambio tan profundo que ha habido y sobre lo que podemos hacer al respecto”, decía tras el reciente estreno del documental.
Para ella la solución es clara. Conseguir que se produzca un aumento de salarios en las grandes empresas. Algo que reconoce le afectaría a ella de manera directa, ya que sus ingresos y acciones perderían valor. "Lo primero y más importante es aumentar los salarios no solo marginalmente, sino de una manera que realmente reconozca que las personas merecen una vida segura y saludable y les permita tener acceso a cosas como la educación para sus hijos", dice.
Sea como fuere, y a pesar del ataque, la cineasta ha asegurado que Disney no es el lugar para resolver este tipo de problemas, aunque sí un buen ejemplo del gran problema que vive la sociedad capitalista en general: "Disney es un gran lugar para ir a ver el problema y hablar de eso, pero, en términos más generales, debemos pedirle más a nuestra economía y a todas las partes que la construyen.