La banda ucraniana Kalush Orchestra, ganadora de Eurovisión 2022, ha subastada el trofeo que les acredita como vencedores del concurso para obtener un dinero que se invertirá en adquirir material de defensa antiaérea. Tal como prometieron después de llevarse la victoria en el certamen celebrado este mes de mayo en Turín (Italia), los integrantes del grupo quieren ayudar a su país en su guerra con Rusia y se han despojado del micrófono de cristal para aportar su granito de arena a la contienda. Esta subasta ha contado con el apoyo del Ministerio de Cultura y Política de la Información de Ucrania, el Ministerio de Transformación Digital de Ucrania y la EBU, la organizadora del Festival de la Canción de Eurovisión. Es la primera vez en la historia del certamen que el diploma o trofeo es puesto a subasta por su ganador. 

El mítico micrófono de cristal se ha subastado por 838.000 euros y el nombre del ganador no ha sido revelado. También se ha subastado el gorrito rosa que el vocalista principal de la banda llevó durante su actuación de "Stefanía" y durante el momento de las votaciones. La banda señala que ha recibido un "gran número" de ofertas por ambos objetos y se muestra muy satisfecho del dinero obtenido, que se destinará a la compra de armamento. En concreto, un sistema móvil de defensa antiaérea PD-2 (no tripulado) o drones para uso militar.

No es la única acción que Kalush Orchestra llevará a cabo para ayudar a su país. El grupo ha emprendido también una gira de conciertos para recaudar dinero para la guerra, y este domingo celebró uno en Berlín ante la Puerta de Brandemburgo, en el que entonaron la canción ganadora. Tienen, además, bastantes citas cerradas en otras capitales europeas a lo largo de los próximos meses.

Kalush Orchestra venció este pasado 14 de mayo en Eurovisión con "Stefania", una canción en principio que servía para homenajear a la madre del vocalista principal de la banda y que ahora se ha transformado en un homenaje a todas las madres ucranianas. Mezclando elementos tradicionales con el hip-hop y el rap, la puesta en escena de la final estuvo trufada también de guiños hacia su país.

Los integrantes de la banda estaban vestidos con trajes históricos ucranianos reales de principios del siglo XX y otros con un corte más tradicional. En los fondos se veían los ojos de una madre, llenos de lágrimas por la pérdida de la primavera, y sus manos que protegen el universo amarillo y azul. No es casual que el final de la actuación quede bañada por esos mismos colores representativos de la bandera ucraniana.

El público del Pala Alpitour de Turín acogió la propuesta ucraniana con una soberana ovación, un aplauso que iba más allá de lo musical y que empatizaba con la fuerza y lucha de un pueblo en guerra.